Dos retos tenía el PSG: vencer y convencer. El Leipzig, uno: sobrevivir. Los franceses consiguieron la victoria (3-2) gracias a los goles de Messi (2) y Mbappé. Pero su juego no fue convincente. De momento, vale para sumar. Pero dista mucho de lo necesario para presentar candidatura al título. Los alemanes pelearon, metieron el miedo en el cuerpo a los locales, asediaron el área rival pero cayeron.

Noche de delanteros con el gatillo fácil en el Parque de los Príncipes. El más rápido del oeste (de París) se llama Kylian y se apellida Mbappé. Sólo necesitó nueve minutos para abrir el marcador y estrenar su cuenta en esta edición de la Champions El 1-0 fue obra de tres jugadores Marquinhos, Draxler y el propio Mbappé. Dos pases, de una área a la otra. Al sprint, el delantero que pudo ser del Madrid amagó hacia el centro pero disparó al palo corto.

Está claro que el contraataque fulgurante es un arma decisiva del equipo que dirige Pochettino. En ataque estático depende de las virguerías de Messi y de Mbappé. El jogo bonito también parte de otras botas, las de Herrera por ejemplo. Pero carece de la intensidad y de la imaginación que hicieron legendario al Barça.

El 4-3-3 parece el esquema tipo del club de capital qatarí. El once era el mismo que el que superó al City. Dos cambios forzados uno, por la lesión de Neymar y el otro por la diplomacia del míster argentino: este martes le tocaba a Navas guardar el marco y lo hizo con varias paradas salvadoras.

EL MOMENTO DEL LEIPZIG
Pero si frente al Manchester de Guardiola el PSG suplió el torrente de juego skyblue con intensidad, este martes se dejó ir. Como si el pedigrí de los jugadores bastara. Y no, hay que correr, marcar al contrario, pelear las bolas dudosas. Si no lo haces, el contrario te roba la cartera.

Eso hicieron el portugués Silva al filo de la media hora y el francés Mukiele en el 65. Dos jugadas similares, centros diagonales, delantero que se adelanta ante la pasividad de la dupla Marquinhos-Kipembe y fusila a Keylor a bocajarro. Goles de delanteros hambrientos servidos por centrocampistas de piernas ligeras.

Pochettino cambió el centro del campo donde Herrera y Gueye dejaron sitio a Danilo y Wijnaldum. Pero quien de verdad salvó el resultado fue Messi. Primero rematando un servicio de Mbappé que supo aprovechar un error defensivo alemán. El argentino recogió el balón de la red, saludó al francés y ambos tiraron para el centro del terreno de juego. Quedaba menos de media hora y era momento de apretar los dientes.

Ambos fueron protagonistas de la jugada que inclinó el resultado. Mbappé pisó el área y un defensa que jugaba su segundo partido de Champions, de nombre Simakan, empujó al delantero galo con sus dos manazas. Messi transformó a lo Panenka. Mbappé tuvo ocasión de igualar a su pareja de baile pero lanzó a las nubes la pena máxima con que fue sancionada una fea entrada a Akimi. Era el minuto 95. Y la suerte estaba echada.

EL AFFAIRE DE ICARDI

En la delantera parisina faltaban Neymar, que acudió lesionado (abductores) al último entrenamiento, tras brillar con Brasil; Di María, que purgó su tercer partido de suspensión; e Icardi, que viajó a Italia con permiso del club para tratar de arreglar un conflicto con su esposa y representante, Wanda Nara. La pareja solía exhibir su felicidad en redes donde ella tiene más seguidores (8,6 millones) que él (7), caso único. El domingo, Wanda, ex de Máxi López, dejó de seguir a Mauro, eliminó todas las fotos de los dos y le acusó de relacionarse con «una furcia».

La noche de los goleadores tuvo como prólogo el homenaje a Ronaldinho, que hizo 17 goles en 77 partidos con la camiseta del PSG. El brasileño es hoy embajador del Barcelona, club en el que marcó 71 tantos en 207 encuentros. Tras dar una vuelta al campo entre ovaciones y cánticos, se fundió en un abrazo con Messi, al final del calentamiento. Si hubiera estado Neymar, heredero de la estirpe de reyes do jogo brasileiro. Pero Neymar no estaba. Mbappé y Messi, sí.

Fuente: El Mundo.