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Biden se disculpa con Macron por la crisis del Aukus: «Lo que hicimos fue torpe y no muy elegante».

Joe Biden escenificó este viernes en Roma una doble ceremonia de la reconciliación. La primera, con la Iglesia católica. La segunda, con Francia, una potencia nuclear aliada, pero con que una relación bilateral que ha oscilado entre el enamoramiento, el desengaño, y la rivalidad. Los encuentros suponen el punto de arranque de la gira europea de Biden, que incluye su participación en la ‘cumbre’ del G20, en la que previsiblemente se sancionará oficialmente el Impuesto de Sociedades mínimo a las grandes multinacionales y, después, en la COP26, la nueva conferencia sobre el cambio climático, cuyos resultados son muchos más inciertos.

Desde el punto de vista de la política internacional, lo más relevante fue lo de Francia. Biden se reunió con el presidente francés, Emanuel Macron, en un encuentro destinado a cerrar definitivamente la que ha sido la mayor crisis diplomática entre los dos países desde que hace 245 años una parte de los colonos británicos en América del Norte proclamaron su independencia del Gobierno de Londres.

La crisis explotó hace un mes y medio, con la creación del AUKUS, un pacto militar claramente contra China entre Australia, Estados Unidos, y Gran Bretaña. Francia, que tiene una masiva presencia en el Pacífico debido a sus colonias en la región, no fue informada, quedó excluida y, encima, perdió un precontrato para la venta de doce submarinos a Australia por valor de 59.000 millones de euros a manos de una propuesta estadounidense de ocho naves a cambio de 86.000 millones. La decisión de Macron fue fulminante: retirar a sus embajadores en Washington y en Camberra.

Así que Biden entonó el ‘mea culpa’. Y lo hizo poniendo a los pies de los caballos a su equipo de política exterior, fundamentalmente a su secretario de Estado, Antony Blinken – que, para más inri, se crio en Francia y habla francés tan bien como inglés – y a su consejero de Seguridad Nacional y, hasta que le estalló esta crisis y la de Afganistán, el ‘niño prodigio’ del Partido Demócrata en materia de política exterior y de defensa, Jake Sullivan.

La estrategia del presidente de EEUU fue, más o menos, decir que él creía que Macron lo sabía. «Yo creía que Francia había sido informada mucho antes de que el acuerdo [para la venta de los submarinos a Australia] no iba a llevarse a cabo», dijo Biden, que calificó la manera en la que el AUKUS fue anunciado como «torpe, y, por usar una expresión inglesa, sin mucha elegancia». Mejorando lo presente, el presidente de Estados Unidos declaró que su país «no tiene un aliado más antiguo, más leal, o más decente» que Francia.

Macron se dio por satisfecho con la autocrítica de Biden, a pesar de que, si se mira de manera un poco cínica, éste simplemente dijo algo del estilo de «perdona, pero aguántate». Acaso sea ésa la gran diferencia en la política estadounidense hacia Europa con Trump y con Biden: los dos están en la misma línea, pero el primero adornaba sus decisiones de floridos insultos en Twitter, a menudo repetidos por algunos de sus colaboradores. El segundo hace lo que quiere, pero con buenos modos. Y el mejor ejemplo será este fin de semana, cuando en los márgenes del G20 EEUU y sus aliados europeas analicen los aranceles de Washington al acero y el aluminio de la UE, impuestos por Trump y mantenidos por Biden, encima, con la misma retorica que su predecesor: EEUU necesita proteger su industria siderometalúrgica por cuestiones de interés nacional.

Sea como fuere, Macron dio por zanjado el incidente. «Hemos clarificado lo que teníamos que clarificar», dijo el presidente francés, en una frase misteriosa cuyas resonancias llevan sin duda a la película de Luis García Berlanga ‘Bienvenido Mister Marshall’ («como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación os la voy a pagar»). Por si eso ni fuera suficiente, Macron dejó claro que «ésta es una clarificación extremadamente importante».

Poco antes, en el vaticano, Biden había mantenido otro encuentro extremadamente importante, esta vez con el Papa Francisco. Biden es el segundo presidente católico de la Historia de Estados Unidos, pero está en peligro de que le sea negada la comunión a partir del mes que viene, si los obispos estadounidenses deciden que un político que defiende al aborto no puede recibir ese sacramento.

Y ahí, Francisco dejó claro, según Biden, su oposición a esa decisión. Biden respondió con un escueto «sí» a la pregunta de la prensa de si el Papa le había dicho que podría recibir la comunión. Y, a un nivel más personal, declaró que Francisco había bendecido el Rosario que le presente siempre lleva consigo desde el fallecimiento de su hijo Beau en 2015. La reunión con el Papa, así pues, deja a los obispos de EEUU que quieren sancionar a Biden en una posición complicada, lo que constituye un considerable triunfo personal y político para el presidente.

Fuente: El Mundo.

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