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La embajadora de Biden en España, bloqueada por una batalla en el Capitolio.

Tres meses han pasado desde que Joe Biden nombrara a Julissa Reynoso embajadora de Estados Unidos ante España, tras la marcha del enviado elegido por Donald Trump, Duke Buchan. Reynoso testificó ante la comisión de Exteriores del Capitolio el 5 de octubre, pero su candidatura no ha sido aprobada allí, y aún debe presentarse ante el pleno. El proceso durará aún largas semanas, si no meses. El caso de Reynoso no es una excepción. De todos los nominados por Biden, la comisión de Exteriores del Senado solo ha confirmado a cuatro, de casi 80, entre emisarios a naciones extranjeras y organizaciones internacionales.

La razón de este bloqueo, que afecta directamente a España, tiene nombre y apellido. Se trata del senador de Texas Ted Cruz, quien tiene asiento en esa comisión y ha decidido demorar las confirmaciones de embajadores en respuesta a la decisión de Biden de renunciar a aplicar sanciones contra el proyecto de gasoducto Nord Stream 2, que va de Rusia a Alemania.

Para un gobierno como el de Biden, que se precia de estar recomponiendo la diplomacia y las relaciones internacionales, tener solo a cuatro nuevos embajadores en pie es un drama. En contraste, a estas alturas, Trump, que practicó un mayor aislacionismo, tenía ya confirmados a casi 30 embajadores, incluido Buchan, el enviado a España.

En su comparecencia en el Senado, Reynoso destacó la importancia de la relación bilateral, sobre todo en términos militares, por el uso de las bases compartidas en Rota y Morón y la participación conjunta en la OTAN. «Si soy confirmada, trabajaré con el Gobierno del presidente español Pedro Sánchez, la sociedad civil y el sector privado para reforzar una relación bilateral que ya es fuerte de por sí y ampliar los lazos políticos, comerciales, educativos y culturales entre nuestros países», dijo.

Es una gran oportunidad para que el Gobierno español recomponga las relaciones bilaterales, tras meses de altibajos. Recientemente la Casa Blanca dejó a España fuera de una iniciativa para combatir los ciberataques, y ha aprobado varias rondas de aranceles. Una de las más graves, en respuesta a la tasa Google, ha sido anulada dada la disposición de España a retirar ese impuesto antes de 2024.

Pero para estrechar relaciones es necesario tener un embajador en Madrid, pero el senador Cruz lo impide. Este republicano, que fue candidato a las primarias republicanas en 2016, sólo ha permitido que se confirme a los enviados a México (Ken Salazar), Turquía (Jeff Flake), Nueva Zelanda (Tom Udall) y Austria (Victoria Reggie Kennedy). Los tres primeros fueron ellos mismos senadores y la última es la viuda del senador Ted Kennedy, por lo que Cruz ha primado las relaciones personales.

Embajadas descabezadas
La comisión de Exteriores del Senado supervisa la política exterior de EE.UU. Tiene 22 integrantes. La preside el demócrata Bob Menéndez, y en ella sirven grandes nombres de la política estadounidense como Marco Rubio, Mitt Romney o Tim Kaine. Y luego está el senador tejano, convencido «trumpista» y enemigo de componendas con los adversarios de EE.UU., en especial Rusia y China.

Trump impuso las sanciones por Nord Stream 2 en 2019, al considerar que este suponía un riesgo para la seguridad de Europa ya que fomentaba la dependencia energética de Rusia. El gasoducto tiene una longitud de más 1.200 kilómetros desde las costa rusas hasta Alemania, y puede suministrar unos 55.000 millones de metros cúbicos de gas al año. En su momento aprobaron las sanciones tanto republicanos como demócratas en el Capitolio, y luego las ratificó Trump. Cualquier empresa que participara en la construcción del gasoducto ruso se exponía desde entonces a ser sancionada por EE.UU. Biden anuló esas penalizaciones.

Los demócratas creen que Cruz está yendo demasiado lejos. Menéndez, el presidente de la comisión, le acusa de poner en jaque la seguridad nacional y los intereses del país. Otro demócrata, Chris Murphy, ha dicho que tratar de negociar con Cruz es «como negociar con un terrorista». La acusación principal es que el senador de Texas, que según varios medios norteamericanos todavía alberga esperanzas de ganar unas primarias a la presidencia, actúa como si él fuera el secretario de Estado y dictara la política exterior norteamericana.

Para una potencia como EE.UU. es un drama tener más de 100 embajadas descabezadas incluyendo las de España, Argentina, Canadá, Alemania, Reino Unido e Israel. De hecho, del grupo del G-20, en cuya cumbre participó Biden este fin de semana, 15 países no tienen embajador de EE.UU. En muchos casos, los jefes de Estado o de Gobierno no se molestan en reunirse o comunicarse con encargados de negocios o «números dos», algo sin duda nocivo para la diplomacia estadounidense y su capacidad de forjar alianzas y prevenir crisis en el mundo.

La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, ha criticado a Cruz en sus ruedas de prensa, alegando que muchos de los nominados tienen apoyo republicano y no son elecciones polémicas. Cruz respondió a Psaki en una entrevista a la cadena de televisión CNN en la que dijo: «Espero levantar las restricciones tan pronto como impongan las sanciones a Nord Stream 2 que exige la ley federal».

A Cruz le permite este bloqueo una vieja norma del Capitolio que permite a uno o más senadores impedir que una moción llegue a votación en el pleno del Senado. No es que un solo senador pueda demorar esas votaciones indefinidamente, pero tradicionalmente el grueso de los embajadores, si no son especialmente controvertidos, suelen aprobarse por la vía rápida y con un voto unánime. Ahora habrá que debatir sobre ellos en un largo proceso que puede demorar otras deliberaciones importantes en el contexto de pandemia y negociaciones de presupuestos, infraestructura y techo de gasto.

Fuente: ABC.

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