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Simeone, un sprint, un abrazo y la voz rota de felicidad: «Son 10 años y el equipo me emociona aún más».

Apenas había señalado Turpin el final, Diego Pablo Simeone lanzó un formidable sprint hacia sus futbolistas para participar de la fiesta. Como si aún fuera uno de ellos. Se dejó llevar por el éxtasis del momento, en una de las noches más liberadoras que ha vivido en Europa. A Correa no le partió en dos de un abrazo por muy poco. Sus gestos, observados con lupa en los últimos tiempos, hablaron por sí solos sobre el verde de Do Dragao. No había nada que esconder. La ocasión lo merecía.

«Son 10 años en el club y el equipo me emociona aún más que todo lo que pasó en este tiempo», describía el Cholo con la voz quebrada por la felicidad. «Superamos las dificultades sin centrales. Con Vrsaljko, que jugó con la cara rota,y Kondogbia en esa posición. Todo el equipo se involucró. En las dificultades apareció el grupo», añadía en su análisis el míster rojiblanco, que ha superado ocho de las nueve fases de grupos que su equipo ha disputado desde su aterrizaje, aquel 23 de diciembre de 2011.

Por tercer año consecutivo, el Atlético encontró el camino en el último episodio. Tras vencer al Lokomotiv (2019) y al Salzburgo (2020), llegó anoche la hazaña en Do Dragao. Un recuerdo que durará mucho tiempo en la memoria. «Lo recordaremos como los clásicos partidos de Champions de toda la vida», admitía Simeone, aliviado por haber sorteado un destino que anunciaba ruina. Ahora el derbi del domingo, en el Bernabéu, se ve con otros ojos.

Aún vestido de corto apareció por la sala de prensa Rodrigo de Paul, que sólo lleva unos meses en Madrid y ya ha tenido tiempo de experimentar uno de esos subidones de adrenalina que vienen de serie con el escudo. «Cuando vine al Atlético me gustaba esa idea del nunca dejes de creer. Estas noches quedarán siempre. Espero que toda la gente que nos ha apoyado siga con nosotros», celebraba uno de los tres goleadores de la noche. Suyo fue el 0-3 que descorchó el champán antes del final.

LA COMBINACIÓN DE GRIEZMANN Y OBLAK
Fue la noche, también, de dos clásicos que, combinados, solían ser sinónimo de algo grande en el pasado. Griezmann marcó su gol número 25 en Champions y el cuarto en esta edición. «Somos un grupo y necesitamos de todo el mundo para llegar hasta donde queramos. Nunca dejamos de creer», afirmaba el delantero francés, que camina sobre los números que dejó antes de marcharse a Barcelona. Oblak, el otro ingrediente de aquel cóctel, recuperó su color habitual con varias de esas paradas básicas que tanto echaba de menos su equipo. «Yo no veo que haya límite y si hay que sufrir se sufre», se sinceraba exultante el portero esloveno.

No quiso dejar pasar la ocasión Simeone para alabar, una vez más a Correa, que decantó el triunfo al contragolpe, tras una asistencia de Griezmann. «Es un claro mensaje para el vestuario: dificultades, compromiso y darlo todo», explicaba el técnico, puede que aún recordando ese abrazo sobre el césped donde casi parte en dos al mediapunta.

POSIBLES RIVALES

Por octava vez en nueve aventuras en la Champions con Simeone, el escudo rojiblanco será uno de los 16 elegidos que esté presente en el bombo de octavos de final, el próximo 13 de diciembre, en Nyon. Aguardan cocos como el Manchester City, el Ajax o el Bayern. Pero eso ahora es lo de menos.

El caso es que el Atlético pudo coser a tiempo la herida y, de paso, marcharse de Oporto con un pico de 12,4 millones de euros: 9,6 por el pasaporte a octavos y 2,8 por la victoria. Aún podrá seguir aumentando una cuenta que, la temporada anterior, alcanzó los 91,4 millones. Lo de anoche fue un alivio económico, sí, pero, sobre todo, fue un respiro monumental de su propio alma.

Fuente: El Mundo.

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