Boris Johnson se desploma en las encuestas. Dos de cada tres británicos cuestiona su «integridad», tras el escándalo de las fiestas del Covid en Downing Street, y más de la mitad (54%) piensa que debería dimitir. Los votantes amenazan con pasar factura al Partido Conservador, que por primera vez en once meses cede ante el Partido Laborista de Keir Starmer, de cuatro a seis puntos por delante en los sondeos.

En medio de la tormenta política, el «premier» ha decidido tomarse unos días para cumplir con sus obligaciones de padre, tras el nacimiento de su segundo hijo (una niña) , de su tercer matrimonio con Carrie. Pero los «tories» no perdonan y decenas de diputados han anunciado su intención de desafiar a su líder y torpedear sus nuevas restricciones ante el Covid el próximo martes en el Parlamento.

Entre tanto siguen llegando cartas al comité parlamentario 1922 reclamando una moción de censura contra Boris Johnson, similar a que propició la caída de Theresa May en el 2019. Bastaría con 50 cartas o un 15% de los diputados, para activar un nuevo concurso por el liderazgo conservador, en medio de una situación cada vez más caótica.

«¿Podrían los «tories» hacer realmente lo impensable?», se pregunta en The Daiy Mail el editor político Jason Groves, que advierte cómo la insurgencia parlamentaria y un posible revés de los votantes el próximo 16 de diciembre (con las elecciones en Shropshire North, para cubrir la vacante dejada por el dimitido Owen Paterson) pueden acabar propiciando la caída de Boris Johnson.

Lejos queda el engañoso discurso triunfal del líder conservador a primeros de octubre, cuando el país se enfrentaba a la crisis de suministros y a las colas interminables en las gasolineras. La realidad le fue pasando factura desde entonces: desde el escándalo de la corrupción al patético discurso de Peppa Pig ante los empresarios, que puso la puntilla al «noviembre negro».

EL PREMIER SE AFERRA AL SALVAVIDAS DE LAS VACUNAS
Johnson volvió a aferrarse al salvavidas de las vacunas ante la variante Omicron e intentó remontar con la campaña de la tercera dosis. Pero el escándalo de las fiestas del Covid en Downing Street en las Navidades el 2020 (cuando la mayor parte del país estaba bajo severas restricciones por la variante delta) le estalló en las narices justo antes de ser padre.

Su ex asesora de Comunicación Allegra Stratton, contratada precisamente en su día para realzar su imagen, hundió definitivamente su reputación con el famoso vídeo emitido por la ITV en el que se mofaba de las restricciones y respondía con sorna ante las preguntas sobre una «fiesta ficticia». Stratton dimitió a las pocas horas, mientras Johnson aguantaba el temporal en el Parlamento y seguía insistiendo en que no hubo «fiestas» en Downing Street.

Tres de cada cuatro británicos piensa que sí hubo «fiestas» y el 68% cree que Johnson no está diciendo la verdad, según un sondeo de YouGov. El 61% admite que el vídeo les hizo sentirse «indignados» y el 44% admite que se sintió «traicionado». En otro sondeo, de Savanta Comres, el 54% de los británicos opina que Boris Johnson debería dimitir, incluido el 33% de los conservadores.

El escándalo de las fiestas del Covid ha tenido un inmediato impacto político, con el adelanto definitivo del Partido Laborista sobre el Partido Conservador en las encuestas. El sondeo de YouGov para The Times da una ventaja de cuatro puntos (37% a 33%), ensanchada a seis en otra encuesta de Survation para The Daily Mirror (40% a 34%).

La bola de nieve avanza entre tanto implacable hacia Downing Street, con las noticias sobre al menos tres fiestas investigadas por el secretario del Gabinete, Simon Case (el 27 de noviembre, el 10 de diciembre y el 18 de diciembre del 2020). En esta última, se supone que el portavoz de Johnson, Jack Doyle, llegó a intervenir ante más de 50 personas y a conceder «premios», cuando las reuniones de más de seis personas en interiores estaban prohibidas, según ha informado la ITV.

Fuente: El Mundo.