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El SPD alemán renueva su cúpula.

El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) ha renovado este sábado su ejecutiva tras el carrusel de cargos provocado con la jubilación de uno de sus copresidentes, Norbert Walter-Borjans, y con el ánimo de cerrar filas en torno al flamante inquilino de la cancillería, Olaf Scholz, que pidió a sus correligionarios apoyo en la tarea de Gobierno. Lo recibió en forma de ovación, pero faltaron las palabras de la única líder socialdemócrata invitada al congreso, la primera ministra sueca, Magdalena Andersson. Poco después de aterrizar en Berlín, Andersson, volvió a tomar rumbo a Estocolmo porque un miembro de su delegación dio positivo en Covid.

El congreso transcurrió de acuerdo al guión. Sin los debates internos que han mantenido al SPD sobre el volcán hasta la designación de Scholz como cabeza de lista para las elecciones que le dieron el triunfo y sin candidaturas alternativas a las ya anunciadas, los 600 delegados confirmaron en la copresdencia a la izquierdista Saskia Esken con el 76,7% de los votos. Su nuevo compañero, el hasta ahora secretario de organización, Lars Klingbeil, obtuvo el 86,3%.

El puesto que Klingbeil dejó vacante pasa a manos del Kevin Kühnert, ex dirigente de las Juventudes Socialistas (Jusos) y principal artífice de la derrota de Scholz cuando concurrió la Presidencia del partido. En los últimos días se ha difundido un vídeo en el que se ve a Kühnert recibiendo con risas de alegría el resultado de las primarias que Scholz perdió frente a Esken y Walter-Borjans al tiempo que decía «lo hemos conseguido». Pero de eso ya nadie quiere acordarse, ni siquiera el propio Kühnert, quien, en su carrera ascendente en el partido, y hasta ahora siempre a codazos, ha convertido en virtud los pecados de antaño. «Siempre hemos sido un partido con mucho debate interno y la crítica es algo bueno para la democracia», sostiene. Künhert obtuvo en su elección un 77,78% de votos a favor. Todos los votos de los Jusos fueron para él.

Con Kühnert, de 32 años, en la secretaría general y Esken en la copresidencia, Scholz, que carece de cargos en el SPD, tiene las espaldas libres. Ambos deberán mantener a raya la disciplina interna y ahogar las críticas que sin duda surgirán en la formación una vez acabe la luna de miel de los primeros 100 días de Gobierno con Verdes y liberales.

Klimbei, que procede como Scholz de los sectores mas conservadores de la socialdemocracia alemana, ya ha puesto de relieve la importancia de mantener filas en tiempos venideros. Y la razón es sencilla. Lograda la cancillería, aunque con uno de los peores resultados obtenidos nunca por el SPD, el calendario electoral no está cerrado. El año próximo se celebrarán elecciones en los estados federados del Sarre, Renania del Norte-Westfalia, Schleswig-Holstein y Baja Sajonia. «No podemos conformarnos con la cancillería. Una victoria no basta», advirtió Klimbei, un político pragmático e integrador que, a sus 43 años se posiciona de cara al futuro en un puesto estratégico del partido. Y una victoria no basta porque la del SPD con Scholz en las generales del pasado 26 de septiembre no refleja la situación real del partido. Su victoria fue más resultado de la debilidad del contrincante y desgaste tras 16 años de Gobierno de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que de la euforia socialdemócrata y pasión por el candidato Scholz.

El SPD ganó las generales con el 25,7% de los sufragios y se convirtió en héroe. El candidato del SPD en las elecciones de 2013, Peer Steinbrück, obtuvo exactamente el mismo resultado, pero entonces fue un fracaso y se convirtió en villano. Así es la política.

Fuente: El Mundo.

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