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Correr es alegría, la felicidad y una forma de vivir: Robert Gaitho.

Ciudad de México. Cualquier niño es feliz mientras corre. Quizás esa sea la imagen más adecuada para describir la alegría, dice el keniano Robert Gaitho Gititu, ganador del Medio Maratón de la Ciudad de México. En su país, cuenta, desde pequeños sueñan con convertirse en atletas internacionales. Es parte de la identidad de su pueblo, en grupo o en solitario corren a diario para ir a la escuela, para volver a casa, para divertirse, siempre a la carrera y contentos.

Si en algunos países los niños sueñan con convertirse en estrellas de futbol, en Kenia, comenta Gaitho, el anhelo infantil es llegar a ser corredor profesional y ganar carreras alrededor del mundo. Por eso los kenianos son temidos en los principales circuitos de fondo en el planeta. Ahí donde se corren 21 o 42 kilómetros, ellos estarán aporreando el pavimento y dejando atrás a los rivales.

Robert Gaitho está feliz, aunque aún tiene ciertos gestos agónicos tras ganar el Medio Maratón de la Ciudad de México, sobre Paseo de la Reforma, con un tiempo récord de ruta de 1:04.56. Cruzó la meta solo y con un buen tramo de ventaja sobre su siguiente perseguidor, el también keniano Samuel Ndungu Mwangi (1:05.15), y el tercer puesto fue para el michoacano Víctor Alfredo Montañez Martínez (1:05.34).

La rama femenil fue acaparada por mexicanas, quienes hicieron el uno, dos y tres para regocijo de los espectadores que en un ambiente de júbilo, o franco renacimiento, vieron cómo la ciudad fue recuperada por la comunidad en actividades colectivas que celebran el hecho de vivir juntos.

El primer puesto fue de la tapatía Citlali Cristian Moscote, quien con 1:13.08 mejoró sus propias expectativas e impuso marca de ruta. Luego llegaron sus compatriotas Maura Sánchez Vidal (1:13.25) y Andrea Soraya Ramírez Limón (1:13.28).

Tricolores dominan en silla de ruedas e invidentes
En categoría silla de ruedas también triunfaron los tricolores. Martín Velazco Soria, con 57:57, fue el primero en cruzar la meta. En segundo sitio llegó Marco Antonio Caballero Padilla (1:01.07) y en tercero Francisco Javier Sánchez Anzures (1:02.42). En silla de ruedas femenil resultó ganadora Ivonne Reyes Gómez con 1:22.13, seguida de Brenda Osnaya Álvarez (1:25.43).

En categoría invidente varonil y femenil los mexicanos también se llevaron los tres puestos del podio. En hombres el primer lugar fue de Alejandro Pacheco Castillo con 1:20.53; segundo, David Juárez Juárez (1:25.44), y tercero Uriel Gutiérrez Vilorig (1:35.51). En mujeres: Mónica Olivia Rodríguez Saavedra (1:29.27), María Salas Rivera (1:31.11) y Saira Aranzazu Montalvo (1:43.56).

Había un ánimo exultante. Después de dos años, el Maratón y el Medio Maratón regresaron a las calles de la Ciudad de México. La gente lo percibía y así lo expresaba; festejaba a los corredores y el hecho de volver a apropiarse de la ciudad y sus espacios, de estar en comunidad después de un año de confinamiento.

En el templete de premiación, en las escalinatas del Ángel de la Independencia, con la presencia de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y el titular del deporte capitalino, Javier Hidalgo, todos hablaban de lo mismo: la ciudad renace.

Incluso el vencedor, el keniano Robert Gaitho decía estar muy motivado en este año, después de que en 2020 se cancelaron las carreras en el mundo. Por eso hoy esta-ba animado.

“Para nosotros el mundo es nuestro circuito, hoy es la Ciudad de México, mañana puede ser otro país al otro lado del planeta”, explica; “cada que cruzamos la meta se cumple el sueño de un niño, el mío, el que tuve desde pequeño, pero también el de miles en mi país que anhelan vivir esto: ser corredores y campeones. En Kenia correr es parte de nuestra cultura, hay muchas escuelas de atletismo, centros de entrenamiento. Correr es una forma de vivir para nosotros”.

En los caminos de tierra rojiza, en veredas y carreteras de terracería, al amanecer y bajo los rayos del sol, los kenianos entrenan con la esperanza de salir del país a los principales maratones del mundo. En los de élite, y también en menos prestigiosos, pero que entregan premios. En ese pueblo los profesionales viven itinerantes sumando kilómetros y dólares que sirven para apoyar a la familia que se queda en casa.

La “armada keniana” compite en equipo
El michoacano Víctor Alfredo Montañez estaba satisfecho con el tercer lugar que consiguió. No fue sencillo pelear contra la “armada keniana”, que no sólo son grandes atletas, sino además suelen correr en equipo y complicar a los rivales.

Víctor no se dejó intimidar, al menos no esta vez –reconoce–, porque se mentalizó para pelear sin importar que lo desafiaran los kenianos. Cuando los tuvo al alcance, se concentró en su carrera, se ayudó con un compañero mexicano y logró mantenerse en la disputa para llegar en tercer lugar.

“Muchos corredores, y yo me incluyo, a veces nos dejamos intimidar cuando vemos los grupos kenianos”, relata; “al tenerlos cerca nos da miedo su ritmo, su fuerza, y dejamos de competir, esa es la verdad. Yo me concentré en mi estrategia, los vi y ataqué, corrí una parte con un compañero y eso nos ayudó para pelear de cerca ante los rivales; la estrategia funcionó para alcanzar podio”.

La primera mujer en cruzar la meta fue una joven tapatía de 26 años. Citlali Cristian rompió el listón que la acreditó como ganadora del Medio Maratón, pero en su rostro no lucía el gesto del dolor ni del cansancio; ella reía como si aquello fuera un juego. En su primer medio Maratón en la Ciudad de México demostró que estaba preparada para hacer frente a la altura y al clima de diciembre.

“Estuvo un poco fresco”, dijo feliz; “yo funciono bien en carreras con clima caluroso, pensé que me costaría trabajo el frío, pero en realidad no me afectó”.

Citlali rompió la marca de ruta. Aún no lo confirmaba, pero ya intuía que lo había conseguido. Un poco incrédula, reía nerviosa. Correr sobre un circuito como el de Paseo de la Reforma, con desniveles y pendientes discretas pero exigentes para las piernas, ha sido una experiencia placentera para la ganadora.

“Me gusta mucho correr con este tipo de rutas, las disfruto mucho, me gustan las subidas y desniveles; es muy emocionante”, expresó muy animada; “tenía una estrategia de abrir muy rápido, después lo manejo dependiendo de cómo se comporte el grupo, pero al final tuve que cerrar fuerte porque ya me esta-ban alcanzando”.

Todo terminó en una mezcla de cansancio, relajación y, sobre todo, alegría compartida, comunal, con la certeza de que la ciudad otra vez está viva.

Fuente: La Jornada.

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