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Berlusconi, con siete vidas, aspira a ser presidente de los italianos.

Tiene siete vidas. Ha resucitado varias veces cuando lo daban por muerto políticamente. Nadie como él en Italia. Silvio Berlusconi, 85 años, tiene un sueño: convertirse en el próximo presidente de la República. El ex primer ministro ha sido protagonista durante tres décadas de la política italiana, pero antes fue cantante en cruceros, promotor inmobiliario de éxito, magnate de la televisión, presidente del Milán conquistando los más importantes trofeos, creador de un imperio económico, condenado por un tribunal de forma definitiva por fraude fiscal, y ahora aspira a sustituir el 3 de febrero próximo al actual jefe del Estado, Sergio Mattarella, que concluye su mandato de un septenio.

Si Berlusconi, líder de Forza Italia, obtuviera la mayoría del parlamento, acabaría con 92 años su permanencia en el Quirinal, el palacio que fue residencia complementaria a la del Vaticano para pontífices hasta 1871 –en total 30 papas, desde Gregorio XIII a Pío IX– y luego de reyes.

La campaña
Ningún presidente de la República se propuso como candidato, una decisión que corresponde al parlamento, habitualmente tras largas negociaciones. Silvio Berlusconi es una excepción. Lleva meses en campaña electoral. Es toda una novedad en la historia de la carrera a la presidencia de la República, porque los aspirantes suelen esconderse y no manifestar sus intenciones, para evitar su desgaste y eliminación previa a las votaciones.

Hombre siempre generoso, il Cavaliere no repara en gastos para lograr su objetivo de llegar al Quirinal. A sus parlamentarios los ha distinguido a veces con regalos costosos, a sus novias les ha puesto un piso, las ha llenado de regalos o les ha donado sumas considerables de dinero. Para lanzar su campaña, Berlusconi envió a mediados de noviembre a los parlamentarios un libro con algunas de sus intervenciones sobre los valores del liberalismo y el catolicismo. La monografía les llegó no solo a los parlamentarios de su partido, sino también a los adversarios, porque para alcanzar el Quirinal necesita también esos votos de los rivales. Ahora, para Navidad, ha enviado a diversos parlamentarios, ministros, líderes de partidos y empresarios pinturas o reproducciones de diversos autores de su fabulosa colección de arte, con representaciones de un tema único: Venecia.

Il Cavaliere hace coincidir su gesto de regalar arte con el 50 aniversario de su extraordinaria pinacoteca, que asombra a sus huéspedes. En su grandiosa villa de Arcore en Milán cuenta con un centenar largo de obras de pintura antigua y contemporánea, algunas de gran valor. Su última adquisición ha sido un Tiziano, máximo representante del renacimiento veneciano, un cuadro de 1533 estimado en cinco millones de euros.

Obstáculos en el camino
A Berlusconi le gustan mucho las pinturas de la Virgen; en el comedor tiene una Mona Lisa con un parecido sorprendente a la Gioconda de Leonardo en el Louvre, pero con el seno descubierto, un cuadro con atribución incierta y que ha dividido a los expertos. Algunos lo atribuyen al genio del Renacimiento y otros aseguran que es obra de artistas de taller dirigidos por el maestro toscano, según cuenta el crítico e historiador del arte Vittorio Sgarbi, actualmente senador, buen conocedor de la villa de Arcore.

Karima El Mahroug, ‘Ruby Robacorazones’, durante un juicio a Berlusconi en 2013
Karima El Mahroug, ‘Ruby Robacorazones’, durante un juicio a Berlusconi en 2013 – Reuters
El camino de Berlusconi hacia el Quirinal está lleno de obstáculos. Algunos son insalvables, por sus cuentas con la Justicia. El presidente de la República es también, por su cargo, el jefe de los magistrados, y sabido es el eterno conflicto de Berlusconi con la magistratura. Para colmo, se le presenta una fatal coincidencia: El próximo día 21, fecha en que habrán iniciado las votaciones para la elección del jefe del Estado, hay prevista una audiencia en Bari, en la región de Apulia, donde Il Cavaliere debería sentarse en el banquillo de los acusados por un juicio relacionado con el ‘bunga bunga’. A esas fiestas a las que asistían jóvenes, incluidas prostitutas, Berlusconi empleaba un eufemismo para llamarlas «cenas elegantes». El ex primer ministro está acusado de inducir a Gianpaolo Tarantini, empresario de Bari en el sector sanitario, para que mintiera a los jueces. Tarantini fue arrestado en 2009 por tráfico de drogas y confesó a los magistrados haber organizado 18 fiestas de ‘bunga bunga’.

Respaldo del 15%
En 2013 el líder de Forza Italia fue condenado por el Tribunal Supremo por un delito de fraude fiscal, siendo excluido por un par de años para ocupar un cargo público. Los numerosos procesos, el ‘bunga bunga’ y sus leyes ‘ad personam’ cuando fue primer ministro no parecen ser un problema para que alrededor del 15% de los italianos respalden a Berlusconi en su aspiración a ser jefe del Estado. «Es un hombre de Estado y una garantía como presidente», dicen los líderes del centro derecha. En los sondeos entre los posibles candidatos al Quirinal, Berlusconi se sitúa en segundo lugar, detrás del primer ministro, Mario Draghi, el principal favorito para suceder a Mattarella. El magnate Berlusconi cuenta con la promesa de los partidos del centro derecha –Liga, Hermanos de Italia y Forza Italia– para votarle como candidato a presidente de la República.

Con un análisis realista, Silvio Berlusconi no llegará a ocupar el Quirinal. «No es posible. Es un candidato que divide», declara en ‘La Repubblica’ Giuliano Urbani, uno de los fundadores de Forza Italia y exministro en un gobierno Berlusconi. El propio Cavaliere sabe también que no será elegido. Pero él juega sus cartas. Seguramente, en el momento oportuno se retirará y ofrecerá sus votos y los del centro derecha a un candidato que en el futuro pueda favorecer sus intereses empresariales, o al menos no serle hostil.

En definitiva, Berlusconi no renunciará a sentarse en la mesa donde se reparte el poder.

Fuente: ABC.

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