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El surrealista día en el que Djokovic ganó al Gobierno australiano: porno en el tribunal y gas pimienta contra sus seguidores.

Había tanta gente tratando de acceder el lunes a la audiencia online de la Corte Federal de Melbourne que la página colapsó cuatro veces en menos de una hora. No había manera de arrancar. Incluso los técnicos intentaron abrir, sin éxito, varios enlaces para entrar al livestream del tribunal. No fue buena idea porque se filtró el audio de los 20.000 usuarios que había conectados.

Se escuchaba música tecno de fondo. Lo mejor vino después, cuando sonó algo parecido al himno de Serbia acompañado de un pitido molesto similar al de aquellas conexiones a internet con un módem telefónico. La traca final fue cuando se coló en el directo la captura de un vídeo porno.

Cualquiera pensaría que un día que empieza de esa manera sólo puede ir hacia abajo. Sin sorpresas. Más tranquilo. Más soso. Pero ocurrió todo lo contrario. Que se lo pregunten a los aficionados que se comieron el gas pimienta de la policía tras intentar asaltar un Mercedes negro en el que pensaban que iba detenido su idolatrado Nole.

Pero volvamos al surrealista comienzo del día. Después del porno y de muchas interrupciones por problemas técnicos en la audiencia, el protagonista del primer culebrón del año, Novak Djokovic, ganó el partido que jugaba contra el Gobierno australiano. Nadie apostaba por su victoria judicial después de que sus abogados impugnaran la cancelación de su visa. Pero el serbio se salió con la suya.

No fue porque aterrizara en Melbourne el pasado miércoles con una exención médica a la vacuna válida a ojos de un juez. La cuestión sanitaria, la base principal por la que se desató el caso Djokovic en el país con una de las políticas más duras contra la pandemia, pasó a un segundo plano.

El tenista serbio consiguió que el magistrado Anthony Kelly anulara la cancelación de su visa y ordenara su libertad inmediata por una torpeza de los funcionarios de la agencia de inmigración que lo detuvieron.

Sus abogados jugaron bien las cartas con la Ley de Migración australiana en la mano. Lograron que el Gobierno reconociera que los agentes no habían dado el tiempo suficiente al tenista tras notificarle la intención de cancelar su visa para que pudiera hablar con sus asesores, o para preparar un interrogatorio en el que lo único que entendieron bien los agentes fronterizos es que el tenista no se había vacunado. Y eso, en la nación con millones de ciudadanos hastiados de continuos cierres y apresurados por cumplir con los mandatos de vacunas, no se podía tolerar. El problema es que no detuvieron a la estrella del tenis siguiendo los tiempos que marca la ley.

«Ahora sabemos que fueron los exagerados funcionarios fronterizos de Australia, y no el mejor tenista del mundo, los que rompieron las reglas», escribía en las páginas del periódico australiano The Age el cronista Chip Le Grand.

La chapuza de los agentes, desmenuzada por el juez, se puede resumir en un par de apuntes: prometieron dejar a Djokovic que hablara con su equipo a las 8.30 horas, pero cancelaron su visa 48 minutos antes. Además, a la super estrella, que se ha convertido en el Cid Campeador de los antivacunas, uno de los funcionarios le presionó para que continuara el interrogatorio sin hablar con nadie porque quería resolver el problema antes de terminar su turno.

¿JUGARÁ EL OPEN DE AUSTRALIA?
«¡Nole! ¡Nole!», gritaban eufóricos los seguidores frente al edificio de la corte al conocer el fallo judicial. Todos daban por sentado que el tenista jugaría el Open de Australia, torneo que ya ha ganado en nueve ocasiones, y donde podría coronarse como el jugador con más Gran Slam de la historia. La idea sonaba bien para los ruidosos fans.

Pero no contaban con que dentro del tribunal aún había un abogado que representaba al Gobierno australiano y que se sacó de la manga el nombre de un último jugador que, con una sola llamada, y cumpliendo esta vez la ley, puede mandar a Djokovic de vuelta a Serbia.

El ganador del nuevo partido que comenzó tras el veredicto del juez está en manos de Alex Hawke, ministro de Inmigración que cuenta con unos poderes excepcionales para cancelar nuevamente la visa del tenista. Si esto sucede, Djokovic se enfrentaría a una prohibición de entrar en Australia durante los próximos tres años.

El pequeño jarro de agua fría que lanzó el letrado del Ejecutivo no apagó el júbilo entre la comunidad serbia en Melbourne, que lleva manifestándose en apoyo a Djokovic desde el pasado jueves frente al Park Hotel, utilizado por las autoridades como centro de detención de inmigrantes y donde el tenista estuvo conviviendo hasta este lunes con 35 refugiados y solicitantes de asilo.

Mientras muchos seguidores del tenista también festejaban su victoria judicial en la puerta del hotel, dentro del alojamiento continuaban indemnes los dramas humanos de personas que llevan hasta nueve años pasando por diferentes centros de detención. «Libérenlos a todos», gritaban algunos defensores de los refugiados que también se habían concentrado frente al hotel. Sus demandas fueron rápido silenciadas por los vítores de celebración de los seguidores del tenista.

Los fans y sus gritos se acabaron marchando al bufete de abogados de Melbourne donde se encontraba Nole. Con ellos también se fueron todas las cámaras de televisión, dejando de nuevo a los refugiados en el olvido mediático e institucional en el que estaban antes de la llegada de Djokovic al hotel.

Los seguidores continuaron su fiesta frente a las oficinas de los abogados del campeón serbio, hasta que llegaron confusos rumores desde Serbia, donde la familia del tenista estaba diciendo que las autoridades australianas pretendían encerrarlo de nuevo.

Eso no gustó nada a muchos de los manifestantes, que decidieron asaltar un coche que salía del edificio. La jornada que empezó con un vídeo porno colándose en el servidor que retransmitía en directo el veredicto en favor del tenista acabó con la policía dispersando a sus seguidores lanzado gas pimienta.

Fuente: El Mundo.

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