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Rusia acepta negociar con la OTAN pero sin renunciar a sus exigencias.

Los aliados de la OTAN y Rusia han constatado que mantienen «profundas diferencias», pero consideran un buen síntoma que hayan sido capaces de reunirse en una mesa de negociaciones para tratar de resolverlas y plantean nuevas reuniones para encauzar un proceso de diálogo que rebaje la presión en el campo militar. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, compareció después de la reunión del Consejo OTAN-Rusia que se prolongó más de lo previsto -duró más de cuatro horas- y reconoció que pese a que «hay un riesgo real de un conflicto en Europa», finalmente la reunión de ayer tenía como objetivo «precisamente tratar de evitarlo».

En este sentido consideró que había sido un encuentro «útil» para tratar de suavizar las tensiones en un momento especialmente delicado por la amenazante concentración de tropas rusas en la frontera con Ucrania.

Tanto Rusia como los aliados reiteraron sus posiciones de partida, incluyendo la exigencia de Moscú de garantías de que Ucrania no será miembro de la OTAN y las de la de la Alianza, que sostienen que no pueden renunciar «al principio de puertas abiertas» para que otros países puedan decidir soberanamente incorporarse a ella.

Todos los aliados «están de acuerdo en que corresponde a los 30 miembros de la OTAN y a nadie más decidir quién puede o no entrar en la alianza», aunque no está claro que todos serían ahora mismo partidarios de aceptar a Kiev como miembro. Según Stoltenberg, la discusión fue «franca y abierta, incluyendo sobre la situación en Ucrania y nuestra preocupación por la concentración de fuerzas cerca de la frontera».

Precedente de la URSS
Por su parte, según la prensa rusa el representante de Moscú, el viceministro Alexander Grushko, consideró que la conversación fue «difícil, larga, muy profesional, profunda, concreta» y que Moscú espera como resultado que se acelere «la capacidad de la OTAN para comprender el peligro de entrar en un callejón sin salida en el diálogo sobre las garantías de seguridad y se atreva a dar un paso hacia las propuestas rusas».

Desde diciembre, Moscú exige garantías concretas de que Ucrania no será admitida como miembro de pleno derecho de la Alianza y la respuesta oficial que recibe es que «en la organización podemos discutir muchas cosas, pero no sobre los principios, como el derecho de cada país a elegir su camino o de los miembros de la OTAN a ser defendidos». Más allá de este dogma, Stoltenberg dió a entender que sin renunciar a esos principios, podrían seguir arrastrando los piés antes de atreverse a tomar una decisión concreta sobre Ucrania, entre otras cosas porque no todos los países estarían dispuestos ahora mismo a bendecir esta ampliación que Moscú consideraría una provocación. Es decir, siempre que los aliados puedan mantener los principios públicamente, pueden aparcar la decisión sine die.

El problema para Moscú es que ya creyeron haber oído una garantía similar cuando se desmembró la URSS y pensaban que Occidente se había comprometido a no extender las fronteras de la alianza militar hacia el este y a no acercar sus infraestructuras militares a sus fronteras y si hubo tal promesa no se ha respetado. Todos sus antiguos satélites son ahora miembros de la Alianza.

La OTAN ha propuesto seguir con el diálogo para reducir tensiones, aunque por parte rusa no han querido fijar un compromiso para los próximos encuentros, sin duda a la espera del resultado de las conversaciones con EE.UU. «Estamos dispuestos a proponer nuevas reuniones sin excluir el asunto del despliegue de misiles y las limitaciones de misiles en Europa», pero la parte rusa dijo que no podía planificar los futuros encuentros, anque la predisposición general es que nadie excluye futuras negociaciones.

«Les hemos propuesto un calendario de reuniones, pero la delegación rusa ha dicho que no estaban en condiciones de dar una respuesta antes de consultar» con las autoridades de Moscú. La propuesta de la Alianza no incluye como condición previa la retirada del dispositivo militar en la frontera ucraniana y es muy posible que las autoridades rusas planificarán su respuesta a la luz del ambiente en las negociaciones bilaterales con EE.UU. y multilaterales dentro de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

El Consejo OTAN-Rusia no se había reunido desde 2019 y en estos últimos años las relaciones entre Moscú y la OTAN no han dejado de deteriorarse, incluyendo expulsiones colectivas de representantes diplomáticos considerados por la OTAN como espías. Tanto la OTAN como Rusia han mostrado su disposición a reabrir sus respectivas oficinas de representación en Moscú y Bruselas.

Fuente: ABC.

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