El Tricolor es un desastre, luce inoperante; Panamá le pisa los talones y Canadá sorprende a todos. El equipo de Gerardo Tata Martino no tiene pies ni cabeza. Por increíble que parezca, hoy se puede decir que fue mejor el trabajo de Juan Carlos Osorio. Con el estratega colombiano se percibía comunión entre jugadores y técnico: unía en vez de fracturar. En la cancha tenía una idea definida, se estuviese o no de acuerdo, pero translucía convicción y se moría con la suya.
En Kingston, la selección nacional ganó, pero sufrió lo indecible durante 80 minutos, los Reggae Boyz jugaron con un hombre menos desde el segundo tiempo (¡bendito estreno del VAR!), así que resultó exagerado el festejo del Tata Martino; sin embargo, reflejó la inmensa presión a la que está sometido. Desde el banquillo sólo se le ocurrió amontonar atacantes esperando que alguno de ellos entrara al campo de juego con el trébol de cuatro hojas.
Frente a Costa Rica fue de mal en peor, el Tri derrocha enjundia, pero careció de profundidad y gol. Los ticos se defendieron bien y generaron algunas opciones al frente. La desesperación pronto pintó el rostro de los dirigidos por Martino, que tras la hora de juego empezaron a recurrir a inútiles tiros de larga distancia. Hubo 2 mil invitados que no perdonaron el abucheo final… Yon de Luisa tiene motivos para celebrar, su apuesta está en pie, sólo es cosa de vencer a Panamá para sumar los 7 puntos que pronosticó.
A tres años de que Martino asumió el timón (7 enero de 2019), el tricolor no muestra progresos en ningún sentido. México tiene una selección sin estilo, sin personalidad, sin trabajo y que depende de sus intermitentes individualidades. Incluso, hasta con sede ambigua; si 95 por ciento de sus presentaciones se verifican por conveniencia económica en Estados Unidos, ¿es su casa el estadio Azteca?
Héctor Herrera reprocha que el Coloso de Santa Úrsula no pesa para los rivales, que los contrincantes en turno “no se cagan” de miedo porque el monstruo de 100 mil cabezas no intimida. El mediocampista del Atlético de Madrid olvida que México juega más en territorio estadunidense y que los propios futbolistas, encabezados por los europeos, han propuesto a los federativos dejar esa sede, porque a ellos mismos les pesa la altitud de la capital mexicana.
Acá nunca hubo un desembarco del cuerpo técnico, Martino no conectó con la afición mexicana, pasó del Atlanta United al perenne tour estadunidense con el Tri. Una vez dijo que México estaba un peldaño abajo de Argentina, lo cual es cierto, pero en su gestión ha dado otro paso atrás: dejó de ser el gigante de Concacaf, ha sido vencido en dos finales por Estados Unidos y en la eliminatoria mundialista está padeciendo como nadie esperaba.
Los Rayados de Javier Aguirre desempacaron en Abu Dabi decididos a reponerse lo más pronto posible del largo viaje. Con más de 10 bajas por lesiones y la cesión de jugadores a sus respectivas selecciones en el marco de la fecha FIFA, lo único viable para los regios es relajarse y disfrutar el certamen en el que debutarán el sábado ante el egipcio Al-Ahly. Monterrey es el equipo que más elementos aportó al Tri, con el apagado Rogelio Funes Mori a la cabeza.
El embrollo para Chivas con respecto al atacante Alexis Vega no tiene fin. El equipo de Amaury Vergara ha hecho tremendo esfuerzo para ofrecer casi el triple de salario y agrega cláusulas que dan alas al sueño europeo del jugador de 24 años ¡les urge que firme!, porque con la mano en la cintura el Monterrey es capaz de superar la oferta, máxime que perdió por lesión al colombiano Duván Vergara. Algunas versiones dicen que, por si las moscas, el Rebaño no descarta repatriar a José Juan Macías.
Hasta jugando mal y errando penales el Puebla gana. El esfuerzo de los Xolos resultó insuficiente y los camoteros de Nicolás Larcamón están en la cima de la tabla general con el ánimo revitalizado, con plantilla completa y embalados para lo que sigue. En el extremo opuesto, en el sótano y después de echar del timón a Marcelo Méndez, el descapitalizado Atlético San Luis hace apuestas por el interinato de Rafael Fernández.
Fuente: La Jornada.