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«El muro que dividió a un pueblo entre Estados Unidos y México».

uvo que pasar un año cuatro meses para que se pudiera dar este histórico reencuentro en el oasis sagrado de Quitobaquito, profanado por la construcción del muro fronterizo.

A sólo unos días de obtener su libertad en la corte de Tucson, Arizona, Amber Ortega, activista descendiente de la tribu Hia-ced Oʼodham, coincidió en este sitio ancestral y fuente de vida del Desierto de Sonora, con Verlon Jose, gobernador de los Líderes Tradicionales Tohono Oʼodham de Estados Unidos y México.

Convocados por Excélsior, la representante del “Pueblo de las Dunas de Arena” y la autoridad tradicional de la “Gente del Desierto”, sostuvieron una conversación luego de que Amber enfrentó cargos federales por bloquear el avance de la maquinaria pesada que en septiembre de 2020 levantaba justo en este lugar el monstruo de acero y concreto ordenado por Donald Trump.

Los Hia-ced O’odham y Tohono Oʼodham, son pueblos milenarios con cultura, cosmovisión y hogares que fueron divididos por una cicatriz en la frontera que cada vez es más profunda.

«El muro es una injusticia devastadora que se ha cometido, no sólo para la gente, sino a nuestra madre, la madre Tierra», lamentó Verlon Jose.

El 9 de septiembre de 2020, Amber Ortega realizaba una manifestación con cantos tradicionales cuando escuchó el llamado espiritual de sus antepasados que le pedían defender el ojo de agua de Quitobaquito, donde también existen un cementerio nativo.

“El día que me arrestaron, estaba aquí, en este sitio para detener la profanación de Quitobaquito con la construcción del muro fronterizo. Lo que sentí fue un llamado como si tuviera que estar presente, tenía que detenerlo, tenía que decir algo”, relató.

Momentos antes de que fuera detenida por la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, la joven se sentó en una excavadora para impedir el trabajo de los contratistas, al tiempo que gritaba: “Esta es nuestra tierra, no tiene permiso de llevarse nuestra agua”.

Semanas después de su arresto, la fuerza pública de Arizona disolvió de manera violenta y con gases lacrimógeno otra protesta pacífica del colectivo Anti-Border.

Tras un proceso judicial de 16 meses, los abogados lograron que Amber fuera exonerada de las acusaciones por ingresar y negarse a salir de una zona cerrada por obras e interferir con la actividad del gobierno, tras argumentar que la mujer de 35 años sólo defendía sus creencias con base en la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa de 1993, lo que sienta un precedente para los protectores indígenas de la tierra y el agua.

No me arrepiento de nada, vale la pena luchar, defenderte a ti misma y a tu gente, la cultura, canciones, nuestra lengua, el derecho que tenemos como pueblo a vivir y a honrar nuestra tierra”, aseguró Ortega.

Entre los barrotes del muro fronterizo color cobre, se observa de un lado, el Monumento Nacional del Organ Pipe Cactus en Lukeville, Arizona y del otro lado, la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar en Sonoyta, Sonora.

El gobernador de los Líderes Tradicionales Tohono Oʼodham, Verlo Jose, aseguró que en este territorio sagrado la lucha por la supervivencia apenas comienza y no se darán por vencidos hasta sanar su hogar.

La lucha por la vida nunca termina. La lucha contra el muro fronterizo va a continuar, probablemente más allá de mi vida”, advirtió.

Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, recordó que para realizar estos trabajos, la administración Trump renunció en su momento a 41 leyes que protegían la vida silvestre en peligro de extinción, los recursos culturales, tumbas nativo-americanas, aire limpio, agua limpia, y tierras públicas.

Indicó que la construcción del muro atentó contra 22 sitios arqueológicos de Arizona, con vestigios enterrados como herramientas de piedra, fragmentos de cerámica, refugios de roca y grabados de la nación Tohono O’odham.

Además para la mezcla de concreto de los cimientos del muro se utilizaron millones de litros de agua subterránea, que obviamente es un recurso escaso en la región, y que puso en riesgo de desaparecer el oasis de Quitobaquito, debido a la explotación irracional de pozos”, manifestó.

“Para la mezcla de concreto de los cimientos del muro se utilizaron millones de litros de agua subterránea”, dijo Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica.

“Se han visto afectadas también otras reservas, por ejemplo, los Kumiai, en Tecate, BC, donde el muro atravesó su panteón tradicional”, señaló Alfredo Martínez, integrante de la tribu Tohono O’odham en Sonoyta.

“La lucha contra el muro fronterizo va a continuar, probablemente más allá de mi vida”, reconoció Verlon José, gobernador de los Líderes Tradicionales Tohono Oʼodham de Estados Unidos y México.

“El día que me arrestaron estaba aquí, en este sitio, para detener la profanación de Quitobaquito con la construcción del muro fronterizo”, dijo la activista Amber Ortega.

Cultura y tradiciones

El muro de 9.1 metros de altura impide, por ejemplo, que los Tohono O’odham de Estados Unidos y México, puedan realizar en Primavera la Ceremonia de la Sal, una caminata tradicional de 450 kilómetros en el desierto, que comienza en Sells, al sur de Arizona y termina en Sonora, en la llamada Salina Grande bañada por aguas del Golfo de California.

Así como la peregrinación en octubre a la Capilla de San Francisco Javier en Sonoyta, que es un misionero católico que supo ganarse el corazón de la “Gente del Desierto”.

Ante esta situación, los colectivos en defensa de la tierra y pueblos indígenas mantienen su demanda contra el Gobierno de Estados Unidos, para lograr, por lo menos, el retiro de algunas secciones del muro.

Se han visto afectadas también otras reservas, por ejemplo, los Kumiai, en Tecate, Baja California, donde el muro atravesó por la mitad su panteón tradicional, en el que descansan sus atenpasados”, lamentó Alfredo Martínez, integrante de la tribu Tohono O’odham en Sonoyta.

Además sigue viva la exigencia para que el presidente Joe Biden haga cumplir su orden ejecutiva de que no se construya ni un pie más de muro, principalmente en el Valle Del Río Grande en Texas, explicó Erick Meza, coordinador fronterizo de Sierra Club.

Existe mucha actividad todavía que identificamos en diferentes partes, que aunque dicen que son reparaciones y que las constructoras llaman: ‘terminar el trabajo’, es básicamente construir más muros”, comentó.

Meza agregó que se tienen claramente identificados los tramos donde urge hacer la barrera más amigable con la naturaleza y con la cultura de los pueblos originarios.

Fuente: Excélsior.

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