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Lejos del mar, en Tlaxcala se cumple un Mundial de volibol playero.

Ciudad de México. El sueño de Fitzcarraldo era montar una ópera en la selva del Amazonas. El del director de cine alemán Werner Herzog fue contar esa historia descabellada. Hay algo de temeridad necesaria para hacer realidad lo que parece imposible. Algo semejante a lo que ocurrió con la idea de montar playas en una ciudad del centro de México como Tlaxcala, donde la salida más cercana al mar está a unos 250 kilómetros, una propuesta que también parecía un sueño irrealizable.

En un estado que ha sufrido de estigmas históricos y bromas de mal gusto, se propusieron sorprender con la hazaña de convertir una plaza de toros del siglo XIX y el zócalo de la ciudad en espacios deportivos que simulan la cercanía marítima. El sueño de Tlaxcala se hizo realidad: ser anfitrión de un torneo mundial de voleibol de playa, el FIVB Beach Pro Tour Challenge, primera parada de la temporada, del 16 al 20 de marzo.

Una gira que coloca a Tlaxcala como parte de la temporada que recala en Sídney, Río de Janeiro, Roma, Ostrava, entre otras ciudades.

Alta dosis de ingenio
Transportar mil 500 toneladas de arena tratada desde una cantera en Coatzacoalcos, Veracruz, con destino a Tlaxcala supuso la primera proeza desproporcionada. Meter sólo las 280 toneladas necesarias para la cancha principal en el ruedo de la plaza de toros El ranchero Aguilar exigió gran-des dosis de ingenio que parecía una ocurrencia.

Un inmueble declarado patrimonio histórico no podía ponerse en riesgo con el uso de maquinaria pesada. Además, sólo tiene cuatro túneles estrechos de acceso que limitan las opciones. Ni trascabos ni grúas podían hacer el trabajo.

El método más básico y antiguo venció todos los cálculos. Una cuadrilla de ocho trabajadores con carretillas acarrearon la arena y en sólo 10 horas habían movido 100 toneladas de ese polvillo blanco. Sólo tres días necesitaron para resolver lo que suponía un problema complejo de logística.

En un acto realizado en el Palacio de Gobierno de Tlaxcala, la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros y la directora de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Ana Guevara, coincidieron ayer que el torneo de voleibol de playa romperá varios paradigmas de lo que ofrece y se percibe de este estado.

“No te vas a arrepentir de haber dado el sí cuando te ofrecieron la propuesta”, le dice Guevara a Cuéllar Cisneros.

El torneo de voleibol de playa convoca a los mejores competidores de 34 países. Rusia, potencia en la disciplina, estaba entre los invitados, pero fue dada de baja la noche del martes por el castigo promovido por el COI para excluir a deportistas con esta nacionalidad por las hostilidades con Ucrania.

Además, el certamen permitirá sumar puntos para la clasificación rumbo a los Juegos Olímpicos de París 2024. Para percibir lo que sucederá aquí en unos días, basta pensar que una de las posibles canchas de este deporte estará exactamente bajo la Torre Eiffel.

“No importa si es junto al mar o en el centro del país, cada lugar que visitamos tiene su chiste”, cuenta Aarón Palma, entrenador de las cuatro duplas que representarán a México en este torneo.

“En el mar a veces llegan torbellinos o polvaredas, la humedad y el calor te afectan, aquí en Tlaxcala el reto será la altura”, añade Palma, sobre la dificultad de jugar a 2 mil 239 metros sobre el nivel del mar.

“Hemos avanzado mucho en voleibol de playa”, explica, “pero vamos bien porque estos muchachos y muchachas están acostumbrados a jugar volibol en cualquier tipo de piso y en todo lugar”.

El emblema de esta evolución es la pareja mexicana mejor ubicada en la clasificación, Josué Gastón Gaxiola y Luis Rubio, ambos participantes en los Juegos Olímpicos de Tokio, y actualmente en el puesto 31. Los dos son de Guasave, Sinaloa, y crecieron jugando junto al mar.

“Allá se juegan las careadas de volibol”, explica el entrenador Palma, también originario de Guasave; “en las fiestas del rancho, así como se hacen carreras de caballos o peleas de gallos, se organizan competencias de este deporte y esta muchachada se forma así, bajo el sol y en cualquier tipo de suelo”.

Palma está convencido de que crecer de este modo y jugar en estas condiciones les dota de cualidades inigualables para competir contra las consideradas potencias, estadunidenses, noruegos o brasileños. Rivales ante los que suelen tener la desventaja de la estatura, pero que remedian con astucia y picardía.

“Estos no le temen a nadie y le han ganado finales lo mismo a campeones mundiales que a medallistas olímpicos”, dice orgulloso el entrenador; “le saben jugar a quien sea y donde sea. Estas parejas van a crecer mucho”.

María José Quintero, joven de 23 años que nació en Ciudad Obregón, piensa que el volibol de playa femenil en México necesita un poco más de tiempo para alcanzar a las potencias.

“Este tipo de torneos ayudan. Jugar como locales y con nuestra gente nos dará buena experiencia. Las mujeres estamos avanzando, y aunque nos hace falta todavía trayectoria, verán un espectáculo de gran nivel, único”, concluye.

Fuente: La Jornada.

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