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Artillería y aviación rusas frenan avance ucranio en Donietsk y Lugansk

Moscú. El ejército de Ucrania intentó ocupar nuevas posiciones en la margen derecha del río Dniéper a relativa distancia de la península de Crimea y también realizó ataques en Donietsk y Lugansk, informó ayer el Ministerio de Defensa de Rusia, al tiempo que prosiguió la evacuación de la población civil de la ciudad de Jersón, capital de la región homónima.

Según el vocero militar ruso, general Igor Konashenkov, hasta tres batallones del ejército ucranio trataron de romper nuestra línea de defensa en Jersón en dirección a las localidades de Novaya Kamenka- Chervonny Yar, y sólo pudieron hacerlo en Sujanov, hasta que el mando ruso ordenó utilizar la reserva de tanques y con la táctica de emboscadas, el enemigo tuvo que replegarse, tras sufrir numerosas bajas.

La artillería y la aviación rusa, continuó Konashenkov, impidieron que los ucranios cruzaran el río Zherebets en varios puntos tanto de Donietsk como de Lugansk. La víspera hubo un intento de desembarco de soldados ucranios junto a la hidroeléctrica de Kajovka, que pretendían cruzar el Dniéper en 37 lanchas rápidas, pero desistieron al ser recibidos con una lluvia de proyectiles, que hundieron 14 de sus lanchas, indicó.

Los más recientes partes de guerra de Rusia –salvo los ya habituales bombardeos de ciudades ucranias con misiles y drones– ponen el acento en la exitosa defensa de posiciones y no reportan ningún avance significativo en los cuatro territorios anexados el 30 de septiembre anterior.

Probable escenario, según expertos

En opinión de quienes estudian a diario la situación en los campos de batalla, como el experto Nikolai Mitrojin, Rusia se prepara para abandonar la margen derecha del Dniéper, pues la ciudad de Jersón corre el riesgo de quedar sitiada y tiene grandes dificultades logísticas desde que el ejército ucranio recibió, el pasado verano, unidades móviles de lanzamientos múltiples Himars de fabricación estadunisense.

Empezó a destruir, a distancia de hasta 90 kilómetros, los cuarteles y depósitos de proyectiles, así como los puentes que se usaban para los suministros, sin contar que la población civil, sin combustibles, no podría resistir el invierno. A partir de principios de este mes con el cierre del puente principal, el Antonovsky, por donde podía pasar el ferrocarril, el abastecimiento tiene que hacerse en transbordadores y lanchas, bombardeadas con frecuencia.

Y si no se ha replegado hasta ahora, sostiene por ejemplo Yuri Fiodorov, quien suele hacer un detallado balance de los movimientos de tropas y hechos más relevantes de esta guerra, es por razones políticas: la pérdida de la ciudad de Jersón sería interpretada como la enésima gran victoria del ejército ucranio, aparte del simbolismo de ser la capital de la única región colindante con Crimea.

Los expertos coinciden en que, cuando termine la evacuación de los habitantes de Jersón, tendría más sentido para Rusia reagrupar fuerzas en la margen izquierda del Dniéper para impedir que los ucranios crucen el río y, cuando pase el invierno y lleguen más reclutas a los campos de batalla, plantear eventuales ofensivas, incluso un segundo intento de atacar la capital de Ucrania desde Bielorrusia.

Pero existe una incógnita que puede cambiar este escenario, el cual parece el más probable, al menos hasta que llegue la primavera. ¿Hasta qué punto el Kremlin puede aceptar una tercera derrota humillante, tras no poder tomar ni Kiev ni Járkov?

Mitrojin no excluye que la decisión de evacuar a la población civil de Jersón, como paso previo para abandonar la ribera derecha del Dniéper, forma parte de los preparativos para asestar un golpe con armas nucleares tácticas, el recurso extremo que tendría un costo muy alto y podría desencadenar un imprevisible choque con otras potencias atómicas.

La batalla verdadera

La gran batalla por Jersón, de la que todos hablan, no es por la ciudad homónima, sino por el agua que abastece la península a través del Canal del Norte de Crimea y sus múltiples ramificaciones.

Durante ocho años, a partir de su anexión por Rusia en 2014, Crimea dejó de recibir el preciado líquido del Dniéper al cerrar el gobierno ucranio el grifo del Canal del Norte, que abastecía cerca de 90 por ciento de las necesidades de agua de la península, que llegó a perder alrededor de 120 mil hectáreas de regadío.

No es casual que el propio 24 de febrero, el día que comenzó la invasión, se produjo un desembarco aéreo de unidades especiales rusas que, en menos de 24 horas, tomaron el control de la presa de Novaya Kajovka, en cuyo embalse nace el canal, de importancia vital para Crimea.

El Kremlin no puede volver a dejar sin agua a Crimea y a toda costa procurará mantener la región de Jersón, al menos la zona a partir de la margen izquierda del Dniéper, igual que Israel se niega a devolver las Alturas del Golán sirias, que Naciones Unidas considera territorio ocupado y donde –¿otra vez el agua?– se origina el río Jordán. 

https://www.jornada.com.mx/2022/10/21/mundo/025n1mun

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