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Tania Libertad y Eva Ayllón abrazaron al público con su cátedra de música landó

En orgánica sonoridad, ofrecieron un recorrido por la historia musical negra de Perú, en el Teatro de la Ciudad // Interpretaron versiones de clásicos mexicanos en ese estilo.

Dos maestras, Tania y Eva, ofrecieron una cátedra en casa de Esperanza Iris.

Su propósito: que los reunidos en el lugar conocieran y degustaran un pedacito de la historia musical negra de Perú, que vino en forma de un abrazo de dos artistas que aman el escenario, pero aún más, a su público.

La clase magistral que ofrecieron vino en formato de concierto que, más bien, fue como una bohemia entre amigos en la que brillaron los valses peruanos landó.

Fueron 27 historias enmarcadas en la cultura latinoamericana formateadas como piezas musicales, en su mayoría ejecutadas con el ritmo afroperuano. Las mentoras también reinterpretaron, en la sonoridad del género, clásicos del cancionero popular mexicano de autores como Armando Manzanero, José Alfredo Jiménez, Tomás Méndez y Juan Gabriel, que dialogaron con la de los peruanos, genios del vals.

La noche del sábado, las voces de Tania y Eva, cóncavo y convexo, se fusionaron en una orgánica sonoridad para, desde un minimalismo abstracto, crear con sus timbres imágenes etéreas de sirenas en alta mar que hipnotizaron a los asistentes al Teatro de la Ciudad.

Las cantantes los llevaron a una región donde el sonido del cajón dio el acompañamiento fundamental para seguir la cadencia y profundidad del landó -–palabra derivada de la africana ondú–, que se hizo popular entre los esclavos, desde la época del virreinato.

Tania es Libertad y Eva, de apellido Ayllón, es conocida en Perú como la Reina del landó y una estrella nominada al Grammy en innumerables ocasiones; es poseedora de uno de estos premios por su excelencia musical. Más de 90 años de carrera uniendo el recorrido de ambas intérpretes que se mostraron gustosas por agradar a los presentes en el Teatro de la Ciudad.

Este show se ideó antes de la pandemia, y se estrenó en 2017 en Lima por las ganas de cantar juntas, de estar con una gran intérprete con una enorme trayectoria, que conocí años atrás, había dicho Tania al referirse a la primera vez que contactó con Eva. Antes de ser cantante, Tania era conductora de televisión y tuvo la fortuna de estar con ella, y presentarla con su grupo Los Kipus.

Travesía de Perú a México nombraron al concierto, que antes llevó por nombre Eva en Libertad, y así, con ese ánimo, ambas viajaron e invitaron a viajar con sus interpretaciones que han marcado a ambos países en estilo landó, que fusionó piezas emblemáticas mexicanas, las cuales sonaron a la peruana landó, ricas y suavecitas, tal como el baile de las dos cantantes en el escenario.

Cercanía cultural y hermandad

Días previos al concierto, la artista de a pie, Tania Libertad, adoptada por los mexicanos desde hace años, solicitaba, en un volante, la presencia de todos: Queridos amigos, quiero invitarlos a que nos acompañen al concierto que ofreceré junto con la gran cantante Eva Ayllón. En esta ocasión, la travesía al lado de mi querida y admirada Eva, nos llevará por los maravillosos caminos de la música latinoamericana y también servirá para mostrar la cercanía cultural y de hermandad que existe entre los pueblos de Perú y México. Esto ya no se ve en la actualidad.

Estoy tan feliz. Esta vez de la mano de mi compatriota y amiga, Tania, afirmó a su vez Ayllón –impecablemente vestida, como Tania, bellas ambas– en el proscenio y luego sonó Debut y despedida, de Chico Novarro, que suave se aproximaba al corazón del respetable y el rasgado al cajón del percusionista Juanchi Vázquez penetraba en la sique del público.

Luego vinieron Qué nos pasó a los dos, de Lucía de la Cruz; Negra presuntuosa, del talentoso Andrés Soto, y La rosa del pantano, bella melodía de Fausto Florián, que Tanía Libertad no interpretaba desde que era niña.

Y comenzaba la travesía. Eva anunciaba que Tania se quedaba sola para ofrecer un abrazo musical. Comenzó su bloque con una versión con sonido negro peruano con Cucurrucucú paloma, de Tomás Méndez, y un homenaje a Manzanero con una pieza actual del maestro yucateco, Ese es problema tuyo y, otra ya visitada, Por debajo de la mesa. Cerró con La flor de la canela, de Chabuca Granda.

Regresaba al escenario Eva, que, hay que decirlo, tiene una carrera que sobrepasa 30 producciones discográficas, entre ellas un disco fundamental: Kimba Fá, título inspirado en el nombre del libro de Fernando Romero que trata sobre las expresiones utilizadas por los afrodescendientes en Perú y demás America Latina. Acompañada de dos pianos eléctricos, un sintetizador, un bajo, una corista y las percusiones recetó La danza clara, poema de José María Egurén, que transportó a lugares plácidos. También interpretó El último brindis, de Augusto Polo Campos; Perdón, de Pedro Flores, que popularizó Daniel Santos, así como Nunca me faltes, vals de Miguel Correa.

“El último brindis es un vals que amaba Manzanero, compadre de Polo Campos, quien decía que era su canción preferida. Le gustaba tanto como los frijoles que le hacía”, contó Eva, dominadora del proscenio mexicano que afirmó su terreno tras cantar Nostalgias, Gracias a la vida –canción de Violeta Parra que dedicó a todos los que sobrevivimos luego de dos años terribles de pandemia–, María Landó, Recuérdame y Media vuelta, que nos transportaron a la costa peruana, negra, criolla.

Como en su casa (de hecho, la ambientación del tablado era como estar en una confortable sala de hogar), Tania regresó para interpretar Dos gardenias, bolero de la cubana Isolina Carrillo; Adoro, de Manzanero, y un mix de Amanecí en tus brazos y Un mundo raro, del gran José Alfredo, que erizó la piel.

Y se unieron de nuevo para que se incrustara por cada rincón del inmueble del Centro Histórico Concierto para una sola voz, de Saint Preux, y sus voces llevaron al respetable hacia el cielo. Bajaron de la estratósfera con Fina estampa, de Chabuca Granda, Si nos dejan (del compositor de Guanajuato), Mal paso, clásico reconocido de Eva que ésta tuvo que cantar porque Tania afirmó no me voy de este escenario sin que Eva me la cante, a lo que su amiga reviró: “Y yo no lo hago sin que cantes Cielo rojo”, emblema del regional mexicano de Juan Zaízar que se escuchó con el beat suave de la caja mágica de Juanchi.

Ya con el público de pie, se escuchó en voz de ambas Amor eterno, de Juanga, por el amor eterno que las dos artistas tienen con su audiencia

 

Fuente: La Jornada

Foto: La Jornada

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