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Dodgers separa a Urías por violencia doméstica

El sinaloense Julio Urías, estrella de los Dodgers de Los Ángeles, fue arrestado el domingo en la noche por violencia doméstica. Es la segunda ocasión que es acusado como agresor; en 2019 tuvootro incidente contra una mujer que se presume era su pareja, en un estacionamiento en Beverly Hills.

El incidente del domingo ocurrió tras el partido del Inter Miami contra Los Ángeles FC en el estadio BMO, donde la presencia de Lionel Messi atrajo a una multitud de estrellas del deporte y el espectáculo.

La policía informó del arresto del lanzador sinaloense, liberado ayer por la mañana tras pagar una fianza de 50 mil dólares. Personal de seguridad del Exposition Park, donde se encuentra el estadio, dio a conocer que Urías fue detenido cerca de las 23 horas. La policía no especificó de inmediato los cargos, pero indicó que ofrecerán más detalles. Tendrá que comparecer ante el juzgado el 27 de septiembre.

Cuando Urías fue responsable de agredir a una mujer, presuntamente su pareja, en 2019 no fue procesado; sin embargo, fue suspendido 20 partidos por parte de las Grandes Ligas. En esa ocasión eludió el castigo judicial, ya que aceptó cumplir un programa de 52 semanas contra la violencia doméstica.

Los Dodgers publicaron un breve comunicado en el que aceptaron que estaban enterados del caso y seguirían la investigación. También, que fue apartado del equipo y no hizo el viaje a Miami, donde hoy comienza la serie contra los Marlins.

Sabemos del incidente que involucra a Julio Urías. Mientras tratamos de recabar los hechos, no viajará con el equipo. La organización no tiene más comentarios en este momento, advirtieron los Dodgers.

Grandes Ligas cuenta con una política sobre violencia doméstica que fue creada en 2015. El protocolo incluye medidas disciplinarias, de sanciones y tratamiento elaborados por una junta de expertos. Algunas consecuencias que se desprenden del programa son la suspensión de partidos a los agresores, la aplicación de castigos disciplinarios por parte del comisionado de la liga o de los equipos que afectan la situación contractual, como aplicar licencias administrativas, someterse a evaluaciones sicológicas, tratamientos pedagógicos y terapéuticos relacionados con ese problema, el abuso del alcohol y los estupefacientes.

Desde que fue creado el documento para combatir la violencia doméstica en Grandes Ligas, 18 jugadores han sido sometidos al programa, 16 son latinoamericanos. Julio Urías sería el único reincidente y, por lo tanto, puede tener consecuencias inéditas en el futuro. Por ejemplo, una medida que nunca se ha aplicado, pero por lo delicado del caso no se omite, es la suspensión definitiva de la liga.

Un documento como el de Grandes Ligas contra la violencia doméstica es importante porque hace visible un problema y la organización se asume como parte de la solución; es notorio que buscan incidir en el discurso contra la violencia de género, señala Claudia Pedraza, doctora en ciencias políticas y sociales, especializada en género y deporte por la Universidad Nacional Autónoma de México.

No debemos perder de vista que las organizaciones deportivas también defienden intereses con estas iniciativas, porque los casos de esta naturaleza pueden representar pérdidas económicas, contractuales, de patrocinios, transmisión mediática y mercancías, agrega Pedraza.

Hay que reflexionar sobre la naturaleza de los protocolos –continúa Claudia– que son reactivos; sólo se crean y aplican cuando ocurren estos casos. No fomentan la educación ni la discusión del sistema y la estructura que reproduce y protege la cultura de violencia.

Se piensa como un asunto de sujetos que pierden el control, pero no se reconoce que es una estructura la que hace posible estas acciones y generan una cultura de impunidad de los ídolos, porque además protege y justifica a los agresores, explica la investigadora.

Tampoco se debe naturalizar la violencia por la procedencia de origen, si la mayoría de quienes han sido sometidos al protocolo son latinos, pero sí debemos reflexionar sobre las sociedades que no visibilizan el problema o no lo sancionan, y por lo tanto lo reproducen de manera más frecuente, concluye.

(Con información de Ap y Afp)

 

Fuente: La Jornada

Foto: La Jornada

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