El espectáculo, en el Auditorio Nacional, contó con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México y el Ensamble Coral Cuícatl, dirigidos por el estadunidense Brad Lubman.
Una inusual experiencia visual y auditiva cautivó al público en el Auditorio Nacional, con la musicalización en vivo de la película 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick, en la que la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México y el Ensamble Coral Cuícatl guiaron un periplo surrealista por la historia de la humanidad y la era cósmica.
La obra maestra de Kubrick, que celebra 55 años y recrea la vida desde la prehistoria a la era de la inteligencia artificial y espacial, fue impregnada con las ejecuciones instrumentales y voces de ambas agrupaciones, conducidas por el director huésped Brad Lubman.
Los sonidos, las configuraciones rítmicas y el coro se fundieron precisos a lo que sucedía en la cinta de ciencia ficción, trasladando a los espectadores a un lejano pasado y a un futuro, en el que la innovación tecnológica podría sorprender. Desde que Kubrick hizo esta película, se enfatizó que la inteligencia artificial tomaba decisiones unilaterales, pero también tenía grandes errores
, comentó uno de los asistentes a su acompañante.
El público disfrutó cuando se revivieron en pantalla escenas clásicas de la película de 1968, acompañadas por las composiciones sinfónicas, interpretadas por más de 150 músicos de la OSCM y del ensamble coral dirigido y fundado por Rodrigo Cadet. De la música, para esta obra fílmica, se ha dicho que otorga un carácter fuertemente simbólico a las escenas que acompaña y dota de metáforas, en ocasiones evidentes y, a veces, sutilmente veladas.
En el recinto, se escucharon las intensas ejecuciones, combinadas con el impactante despliegue de voces, haciendo sucesiones graduales de una armonía a otra en aparente continuidad, que sedujeron casi hasta la hipnosis a los asistentes; algunos regresaban de ese estado tras las breves interrupciones del mismo público, pues algunas personas al llegar tarde buscaban sus asientos, otras tosían, unas más charlaban y hubo hasta quien se desvaneció y movilizó al equipo del foro que lo auxilió.
Sintonía con el cosmos
La película, cuya proyección duró tres horas, se observó en tres pantallas (una central y dos laterales), mientras la música acompañó a la misión de la nave espacial y a sus tripulantes; las magníficas voces del Ensamble Coral Cuícatl se sintonizaron con el cosmos de tal forma que se podía imaginar que esos sonidos ambientaron el viaje de los astronautas por el universo o mientras cumplían una misión ya sea en la Luna o Júpiter.
El cine concierto comenzó con multitudinarios aplausos, tras las primeras ejecuciones de la pieza Also Sprach Zarathustra (Así habló Zaratustra, 1896), de Richard Strauss, la cual acompañó la mítica escena del amanecer en la Tierra y la Luna, en la que la música hace referencia a la obra filosófica de Friedrich Nietzsche.
El Danubio Azul (1866), de Johann Strauss, también emocionó a la audiencia, pues forma parte de una de las secuencias más legendarias de la historia del cine, que sucede cuando una nave espacial flota por el espacio al ritmo de ese inolvidable vals. También se interpretaron las obras Atmosphères (1966), el fragmento Kyrie del Requiem (versión revisada de 1997), Lux Aeterna (1966), de György Ligeti y el Adagio de la Suite del ballet Gayane y de Aram Jachaturián (1942).
Con esta función se celebró el centenario del compositor húngaro Ligeti, quien creó la pieza inmortalizada que acompaña a la escena de un monolito, la cual sucede en una época prehistórica, al tiempo que se ambienta en un futuro viaje espacial a la Luna, donde una serie de astronautas hallan una efigie similar.
Este espectáculo, acompañado con orquesta y conjunto coral en vivo, se ha presentado en 34 ciudades, como Nueva York, Chicago y Sidney ante más de 100 mil asistentes. La cinta ha sido aclamada mundialmente por la gran musicalización de las escenas y es ganadora de un Óscar a mejores efectos visuales, toda vez que revolucionó el uso de la tecnología en el cine.
Al final de la película, cuyo desenlace ha sido motivo también de diversas reflexiones, los músicos, dirigidos por Lubman fueron ovacionados, y de esta manera la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México comenzó con éxito los festejos por su 45 aniversario, desde un recinto distinto a su sede habitual, que es la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.
Fuente: La Jornada
Foto: La Jornada