La verdad y Déjate de atrevimiento, unos de los temas del percusionista cubano.
Originario del barrio rumbero de Pogolotti, en La Habana, Cuba, y considerado uno de los más grandes percusionistas de ese ritmo y el jazz afrocubano, Óscar Valdés, cantante, compositor y fundador de la legendaria banda Irakere, falleció ayer a los 85 años de edad, dejando un legado musical de profunda raigambre afro.
Nacido el 12 de noviembre de 1937, Valdés fue heredero de una familia de músicos tradicionales de orientación santera. Su padre, Óscar, fue un gran percusionista, mientras sus tíos Marcelino (percusión), Alfredo y Vicentico (cantantes) también enriquecieron con su talento el panorama sonoro de la isla.
En 1949 se inició en la música, aprendiendo de grandes maestros los toques arará, la construcción de tambores abakuá, los batá y los chequeré. Estudió el timpani con los maestros Guillermo Barreto y Salvador Admiral en el Conservatorio Alejandro García Caturla. Más allá de la academia, su primer maestro religioso fue un constructor
de tambores de nombre Delfín.
Al terminar su obligación en el ejército se incorporó a la Orquesta Cubana de Música Moderna (OCMM), proyecto que terminaría por marcar los años siguientes de su carrera. Allí se juntó con su padre y Roberto García en la percusión. En esa época se acercó a Chucho Valdés, a quien ya conocía de antes por medio del progenitor del pianista, el gran Bebo.
La idea de la OCMM era echar por tierra el mito de que en Cuba no se podía tocar con demasiada libertad música estadunidense, como jazz,blues o rocanrol. Una serie de virtuosos como Enrique Plá (batería), Arturo Sandoval, Jorge Varona (trompeta), Carlos Averhoff (saxo tenor), Paquito D’ Rivera (sax soprano) y Carlos del Puerto (bajo), Carlos Emilio Morales (guitarra), Jorge Alfonso El Niño (tumbadoras) confluyeron en la OCMM, que más adelante detonaría en la agrupación más importante del jazz afrocubano: Los Irakere.
Un día, sentados afuera del Teatro Amadeo Roldán, en espera de la hora del ensayo, Chucho y Óscar platicaban acerca de lo que había en la escena de ese momento. El segundo, que había pasado por las orquestas de Benny Moré, Rumbavana, la del Hotel Habana Libre y la Sinfónica Nacional, animó al pianista a crear una orquesta de música popular más propositiva
, aunque lo cierto es que tuvieron que hacerla prácticamente de la nada, porque no tenían cantante ni instrumentos.
Mientras Irakere iba cocinándose, Chucho, Del Puerto y Óscar crearon un trío llamado Jazz Batá, con el que hicieron presentaciones en los países del bloque comunista.
Los primeros ensayos de Irakere fueron en la cocina de la casa de la madre de Óscar, unida a su propia casa a través del patio. Con algunas cosas prestadas, en ese pequeño espacio la banda empezó a crear su primer álbum.
De forma misteriosa, consiguieron grabar las maquetas de algunos temas, entre ellos la de su primer éxito: Bacalao con pan, son afro con el que detonó la banda Irakere en el ámbito nacional.
Óscar Valdés se reveló como cantante y compositor. Suyos son los temas La verdad, Batun-Batan, Déjate de atrevimiento, Catalina y el éxito Xiomara Mayoral, entre una larga lista.
Se le recordará siempre por haber introducido a la música bailable cubana los tambores religiosos del ámbito abakuá, arará y la santeria, además de ser un cantor nato de los ritmos afro e iniciador de la llamada timba cubana en la que participó activamente.
Fuente: La Jornada
Foto: La Jornada