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Checo Pérez: la vehemente lucha en el infierno de la Fórmula Uno

Nadie puede entender lo que significa viajar en una cápsula motorizada a 300 kilómetros por hora. Sentir el desplazamiento por las curvas de una pista sin el control absolu-to de esa máquina. La presión de los rivales que buscan adelantar sin pudor alguno; la lucha interna contra los propios compañeros de equipo, que son también adversarios encarnizados. Nadie, sólo el piloto en su soledad lo sabe, cuenta Sergio Pérez unos días antes de la cita que más le exige en la temporada de Fórmula 1: el Gran Premio de México.

Estar en casa ante su legión de enfebrecidos admiradores lo compromete. Cada que compite en el autódromo Hermanos Rodríguez tiene la ilusión de ganar la carrera. Ese anhelo pesa todavía más porque es la expectativa de sus seguidores, que quisieran verlo con los laureles y el champán. Pero hasta ahora sólo ha logrado el tercer lugar en las dos ediciones anteriores. Esta vez, la aspiración es mayor y las presiones se multiplican.

Checo, además, debe cumplir en su país con los infinitos compro-misos comerciales de sus patrocinadores mexicanos, lo cual –admite– hace todavía más complicada esta parada del serial.

Esta es la temporada más complicada de mi carrera, reconoce el tapatío; porque peleamos por el campeonato. Hemos vivido grandes momentos, pero también malos episodios; sólo me queda concentrarme en lo que puedo controlar, lo demás sale sobrando.

Antonio Pérez, padre del piloto mexicano, describe la F1 como un gran foso de cocodrilos que se quieren devorar entre ellos. Para que un nuevo reptil tenga sitio –explica– alguien debe comerse a uno de los que ya estaban. Sólo así podrá tener un lugar el recién llegado. Y aclara, no son unos cualquiera, sino los mejores del mundo.

Tu primer enemigo es tu compañero de equipo, advierte el padre de Checo; los pilotos no llegan a la Fórmula 1 para hacerse amigos de nadie.

En ese foso voraz, Pérez tuvo que templarse para abrirse camino y llegar a ser el piloto que hoy pelea el subcampeonato. Por eso mismo, afirma que no se deja avasallar por el entorno, a veces más hostil que el que vive en la parrilla junto a sus rivales.

Mientras avanza la temporada, el tapatío ha recibido toda clase de críticas. Lo han acusado de ser irresponsable en las calificaciones, de correr riesgos innecesarios y costosos, de no estar al nivel de su compañero, el tricampeón Max Verstappen. Incluso el asesor de Red Bull, Helmut Marko, llegó al exceso de atribuir las malas actuaciones del mexicano a su condición de sudamericano, así lo dijo, para explicar que su supuesta falta de concentración era producto de su origen étnico, en concreto por no ser europeo. Esa presión podía hacer estallar a una persona promedio, no a un piloto con ambición.

Red Bull sabe dónde estoy, responde Checo sobre el entorno que vive esta temporada; conocen mi nivel, lo que he hecho durante todo el año. Incluso después de una mala carrera no permito que na-da me quite la energía y el equipo sabe muy bien lo que puedo hacer.

Tras el circuito de Qatar, una de sus peores carreras en la temporada, donde terminó décimo tras una serie de sanciones, recibió un golpe de suerte el fin de semana reciente en Austin. El británico Lewis Hamilton, quien le pisa los talones 39 puntos atrás, fue descalificado por incumplimientos técnicos en su Mercedes; eso subió de posición al mexicano, que culminó en el cuarto lugar.

Después de Qatar, que pienso es mi peor fin de semana, me concentré esos días en trabajar con los ingenieros para corregir lo que considero no funcionaba. Hemos progresado mucho y lo vamos a poner a prueba en este GP de México.

El piloto mexicano siente que en algún momento de esta temporada se perdió y tuvo que retroceder pa-ra recuperar el rumbo. Volver a la base, para culminar un campeonato muy peleado, pero que aún ofrece algunas oportunidades.

Todas las carreras reparten puntos que queremos ganar, insiste Checo; pero éste es el más especial por obvias razones. Es el que más me gustaría ganar. Llego como un piloto que está en lo más alto de la competencia y eso es algo que nunca imaginé, remata Pérez, el piloto que se abre camino en un foso de cocodrilos.

 

Fuente: La Jornada

Foto: La Jornada

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