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Oficiales naranjas, ejército que evita desastres en F1

Sobre la arriesgada zona de eses del Autódromo Hermanos Rodríguez, el monoplaza de Kevin Magnussen está en medio del fuego con la carrocería destruida. No se ha movido de ahí en varios minutos. El impacto es tan brutal que obliga a un grupo de oficiales de pista, todos ellos uniformados con trajes naranjas, a aplicar con urgencia el protocolo de seguridad para proteger la vida del piloto. Como los bomberos más eficientes, los voluntarios de la Fórmula 1 memorizan desastres e imaginan otros peores a un costado de las barreras de protección.

No podemos perder la vista ni un solo segundo, advierte la costarricense Vanessa Benavides, una de las 90 mujeres voluntarias en este Gran Premio de México; cualquier error puede ser fatal. Ajenos a toda presión en un valle de pasiones, los oficiales actúan en minutos con el aplomo de un dios imperial, son capaces de crear una realidad paralela a la que nadie puede acceder más que ellos.

Por supuesto que como comisario tienes responsabilidades, pero hay momentos que te hacen temblar, describe Katerina Bratson, oficial nacida en Grecia y fanática del automovilismo. Lo más importante es mantener la pista en las mejores condiciones. Los pilotos confían en nosotros, lo cual significa una gran responsabilidad. Si pasa algo, somos los primeros en llegar, pero debemos actuar rápido.

El incidente de Magnussen en su Haas, cargado de excesiva furia y malos presagios, puede servir a los más jóvenes como un examen práctico en cuestiones de seguridad. Más que desactivar señales de riesgo en una zona de curvas, los voluntarios se encuentran ahí ante la suma y la intersección de sus aprendizajes luego de meses de preparación. Si en la Fórmula 1 no hay errores de origen, para ellos cada maniobra es su propia carrera contra el tiempo.

No sólo proteges la vida de los pilotos

En este Gran Premio hay alrededor de 700 voluntarios, 90 somos mujeres y eso se siente como un abrazo muy cálido para nosotras, comenta la mexicana Grecia Báez, sicóloga de 24 años que, en 2022, en la categoría F4, se encargó de amarrar eslingas y estabilizar un monoplaza durante un incidente igual de aparatoso. Estar aquí es ser consciente de que no sólo proteges la vida de los pilotos, sino también la tuya.

Mientras en las calles se reportan incidentes entre personal de la alcaldía Iztacalco y revendedores de boletos, el ejército naranja retira sobre la pista el coche destruido de Magnussen con el apoyo de una grúa, una camioneta y personal de seguridad. La imagen resulta familiar para Miguel Ángel Terceros, instructor de bomberos que vivió de cerca el abandono del español Fernando Alonso en la edición pasada de este circuito por problemas en su Alpine.

Lo que más recuerdo de ese día son los insultos de Fernando hacia el coche, diciéndole que le había fallado cuando tenía a sus rivales a segundos de distancia, menciona. Siempre somos los primeros en llegar y los últimos en irnos.

Para estos voluntarios convertidos en oficiales, la falta de remuneración no es un problema que condicione su trabajo. Dependiendo del área donde estén, las autoridades los provén de radios, guantes dieléctricos y cascos, además de transporte y comida. Son héroes fantasmales que disponen de un tiempo inconvertible para convivir con el horror en medio de una gran fiesta.

Las jornadas de trabajo son muy largas, pero ningún otro Gran Premio le gana a éste, afirma la oficial Benavides, de 51 años.

En este país todo lo hacen con amor y profesionalismo. En 2021 no pude venir, porque no aceptaban extranjeros. Ahora es mi segundo hogar.

 

Fuente: La Jornada

Foto: La Jornada

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