México llevó la lucha hacia el turismo y el patrimonio cultural, que lo aleja de lo comercial, dice especialista.
En las décadas de los años 50 y 60 la lucha libre mexicana fue célebre por el combate a ras de lona, el uso de llaves y máscaras multicolores que la convirtieron en patrimonio cultural. Desde los 80, la influencia del wrestling estadunidense, caracterizado por su espectacularidad y el uso de múltiples objetos –mesas con fuego, sillas y escaleras–, impactó en la forma en que algunos aficionados conciben este deporte.
La WWE, principal empresa estadunidense de lucha mundial, incrementó sus seguidores en México, ante la resistencia de una parte del público. En 2023 rompió los récords de asistencia de la reciente década con hasta 25 mil personas en sus presentaciones en la Ciudad de México y Monterrey. Además, en su cuenta de Instagram en español, cuenta con 1.6 millones de seguidores, por 314 mil de CMLL (Consejo Mundial de Lucha Libre) y 578 mil de Triple A.
Si se considera que la WWE gana terreno por ser una multina-cional cuyo producto es masivo, podemos trazar un vínculo hegemónico no sólo con los medios, sino con el país que la produce, cuyos productos colonizan constantemente las preferencias y hábitos de consumo del mexicano. Desde esa perspectiva, hay un elemento de resistencia en quienes asisten de forma recurrente a las funciones de lucha libre en México
, explica Erick Suaste, doctor en ciencias políticas y sociales por la UNAM, especialista en semiótica de la cultura.
Millones de televidentes
En la actualidad, la WWE llega a más de mil millones de perso-nas cada semana en todo el planeta con sus tres programas de televisión (RAW, Smackdown y NXT) y produce más de 200 shows en directo al año, de acuerdo con un estudio publicado por la revista Forbes. La empresa matriz de la UFC, Endeavor Group Holdings, adquirió en 2023 a WWE en una transacción que valoró a la compañía de los McMahon en 9 mil 300 millones de dólares, según datos del mismo medio.
La lucha mexicana es única y por más competencia que exista hoy con la popularidad y los millones de dólares de la de Estados Unidos, aquí hay algo irrepetible
, cuenta Gabriel Tejeda, aficionado al pancracio. No hay que olvidar que en otros países la lucha es un espectáculo más. En México es un deporte que hicieron espec-táculo para el pueblo, que no es lo mismo
, sentencia.
Una característica del wrestling adoptada por la lucha libre nacional fue el uso del micrófono por los gladiadores para dramatizar sus rivalidades, algo que en la década de los 50 y 60 sólo conseguían con sus movimientos.
Referentes tricolores en la década de 1990 como Konnan, Perro Aguayo y Octagón, los cuales se consagraron como la nueva generación de ídolos gracias al empuje mediático que les dio la televisión, lucharon en ambos países. Esto en gran medida por el impulso generado con la creación de Triple A, fundada por las estrellas del pancracio junto con Antonio Peña, lo que representó un resurgir en la lucha libre nacional debido a las grandes taquillas, pero a su vez tuvo un mayor acercamiento al wrestling.
Como parte de la influencia estadunidense, en 1993 se realizó la primera Triplemanía en la Plaza de Toros México, acto inspirado en el Wrestlemania de la WWE (principal espectáculo taquillero de esa compañía). La inauguración de Triplemanía logró la asistencia de 48 mil aficionados, de acuerdo con diversos medios, siendo la mayor audiencia en cualquier función de lucha libre en México.
En contraste, el show más taquillero de WWE en Estados Unidos de la historia fue la edición 32 de Wrestlemania, estelarizada por The Rock, Roman Reigns y The Undertaker, tres de las principales estrellas de la compañía. Este acto consiguió atraer a 101 mil personas, teniendo en The Rock a un recurrente en papeles protagónicos de Hollywood.
Es complejo competir con WWE, ya que construyó un producto transmedia; es decir, cuenta historias a través de múltiples plataformas como videojuegos, figuras de acción y hasta series si quisieran. En México lo han hecho, pero no a esos niveles, ya que la lucha libre mexicana, como la de CMLL, se ha promovido más hacia el turismo y patrimonio cultural, que lo aleja de lo comercial
comentó José Ángel Garfias, doctor en ciencias políticas y sociales, especialista en lucha libre.
A partir de 2025, la plataforma Netflix transmitirá a la WWE como parte de un enorme acuerdo de derechos por streaming con un valor que excede los 5 mil millones de dólares. A su vez, a través de este medio, se estrenarán documentales y series originales. Ayer salió al público la primera, denominada Vince McMahon: el titán de la WWE.
“En cuanto a producción en masas, la luche libre nacional está en desventaja, pero eso no implica su fin. El tema radica en que la WWE, con ayuda de su poder económico, convierte a sus luchadores en estrellas, las cuales venden para los shows, pero también para ser imágenes de marcas y convertirlos en figuras de cine y televisión. En México se carece de eso, la época de ídolos como El Santo y el cine de luchadores está en desuso y no es común ver sus rostros en marcas publicitarias a gran escala” agrega Suaste.
La alianza
A finales de los años 90, la Triple A y la WWE hicieron una alian-za en donde sus talentos participa-ban en una y otra empresa. Imágenes de luchadores como Latin Lover al lado de Shawn Michaels fueron muy representativas, pese a que el convenio duró tan sólo algunos meses.
Está bien la competencia porque nos obligan a ser mejores. El problema es que te den la visa para trabajar allá y que te puedas relacionar con la gente, es una industria muy noble, pues la mayoría son paisanos que quieren regresar a México y sentir sus raíces
, comentó el gladiador Canek Jr.
La muerte de Eddie Guerrero en 2005 catapultó a Rey Mysterio como el principal representante tricolor en Estados Unidos, al ser campeón mundial en múltiples ocasiones, mientras en los últimos años otros guerreros como Alberto del Río, Sin Cara, Andrade Cien Almas, Ángel Garza y Dragon Lee también formaron parte del elenco de la WWE, tras su paso por México.
Fuente: La Jornada
Foto: La Jornada