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Putin da signos de desescalada en Ucrania para favorecer el diálogo de seguridad con EE.UU. y la OTAN.

Después de vapuleo al que el presidente ruso, Vladimir Putin, sometió el jueves, durante su gran rueda de prensa anual, a las autoridades de Kiev, a las que acusó una vez más de todos los males habidos y por haber, ahora ha hecho un gesto de desescalada con la retirada de 10.000 soldados de la zona fronteriza con Ucrania. En su reciente comparecencia ante los medios, Putin anunció que a comienzos de 2022 habrá conversaciones en Ginebra con Washington y la OTAN para discutir las demandas en materia de seguridad presentadas por Moscú como condición para acabar con las actuales tensiones en torno a Ucrania.

El Ministerio de Defensa ruso publicó este sábado en su página web un comunicado dando cuenta de la retirada de unos 10.000 militares que habían estado desplegados en unas maniobras junto a la frontera con Ucrania, en Crimea y en la región de Rostov del Don, y el regreso a sus acuartelamientos.

En la nota se explica que este contingente de 10.000 efectivos, una cifra insignificante teniendo en cuenta que se estima que el Ejército ruso tiene cerca de 200.000 militares en la proximidad inmediata de Ucrania, llevó a cabo «prácticas de entrenamiento de combate» durante un mes. Y añade que «con el fin de garantizar el mantenimiento de la situación de alerta durante las fiestas en los emplazamientos militares del distrito militar sur, se asignarán unidades de guardia, refuerzos y fuerzas para hacer frente a posibles situaciones de urgencia».

El jueves, el presidente ruso dijo haber observado una actitud «positiva» por parte de Washington y Bruselas a sus exigencias sobre seguridad. «Se han designado ya representantes por ambas partes», aseguró, de cara a los encuentros previstos en enero con EE.UU. y la Alianza Atlántica.

Vladimir Putin, el pasado jueves durante su rueda de prensa de fin de año
Vladimir Putin, el pasado jueves durante su rueda de prensa de fin de año – Reuters
En las propuestas sobre las «garantías de seguridad», contenidas en dos documentos separados y presentadas el pasado 17 de diciembre, Moscú exige, entre otras cosas, que Ucrania no entre a formar parte de la OTAN ni ningún otro estado de su entorno, limitar la presencia del bloque militar occidental en los países del Este y prohibir el emplazamiento de misiles de alcance medio y armas nucleares en el Viejo Continente.

Y, el pasado martes, Putin blandió la amenaza de llevar a cabo acciones de carácter «militar y técnico» si tales propuestas sobre seguridad son ignoradas. Al día siguiente, un portavoz del Departamento de Estado norteamericano señalaba que «Rusia continúa la escalada y no ha cesado de reforzar su presencia militar» en la frontera.

Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, reiteró que «cualquier nueva agresión contra Ucrania acarreará graves consecuencias (…) exhortamos con firmeza a Rusia para que inicie una desescalada retirando sus tropas de la frontera con Ucrania».

«Nuestro objetivo es la desescalada a través de la diplomacia. En Estados Unidos hay disposición para asumir la vía diplomática en enero por medio de varios canales», agregó Psaki. Según sus palabras, «hay ya una línea de comunicación y de contacto diplomático abierta y esperamos que se mantenga».

Los dirigentes ucranianos, sin embargo, no ven que la tensión se relaje con una simple retirada de 10.000 soldados. En Kiev calculan en unos 122.000 los militares rusos desplegados a unos 200 kilómetros de la frontera, a los que añaden otros 143.000 situados a una distancia de 400 kilómetros.

Tregua con los separatistas
Pero Putin cree que los que atizan la tensión son las autoridades de Kiev. «Se nos dice: la guerra, la guerra, la guerra. Uno tiene la impresión de que se puede estar preparando una tercera operación militar de Ucrania» para recuperar Donbass, manifestó el jefe del Kremlin el jueves. Después, el viernes, salió a la palestra la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, para seguir lanzando acusaciones. «En vez de poner fin a la guerra civil, Kiev parece estar preparándose para resolver por la fuerza el llamado problema del Donbass», aseguró. En relación con la tregua pactada el miércoles entre Ucrania y los rebeldes separatistas de las dos repúblicas rebeldes de Donbass, Donetsk y Lugansk, Zajárova expresó el deseo de que Kiev «cumpla lo acordado».

Moscú acusa a Kiev de no cumplir los acuerdos de Minsk y de haber enviado a Donbass la mitad de todas sus tropas. A principio de mes, Putin denunció la discriminación que, según él, sufre la población de los territorios rebeldes. «Es el primer paso hacia el genocidio», alertó. El máximo dirigente ruso considera que quien anima a Kiev a recuperar Donbass por la fuerza es Washington, pero nunca ha explicado quién instigó a Rusia a meter en cintura a los separatistas chechenos en las dos guerras habidas en la década de los 90 y tras el nombramiento de Putin como primer ministro en agosto de 1999.

El expresidente soviético Mijaíl Gorbachov dijo el viernes en declaraciones a la agencia RIA-Nóvosti que es precisamente Estados Unidos el culpable del actual enfrentamiento con Rusia. «Se les subió a la cabeza, la arrogancia, la autosatisfacción. Se proclamaron vencedores de la Guerra Fría, cuando habíamos salvado juntos al mundo de la confrontación», estima Gorbachov. A su juicio, Occidente quiso «construir un nuevo imperio y así surgió la idea de ampliar la OTAN», punto de vista que coincide en mucho con la posición que mantiene Putin al respecto, quien el jueves mantuvo que Occidente «engañó descaradamente» a Rusia cuando, tras la desintegración de la URSS, «la OTAN prometió no expandirse» hacia el este.

Fuente: ABC.

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