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El Valencia sujeta al Sevilla y da aire al Real Madrid en la pelea por la Liga.

El fútbol es capaz de destapar vergüenzas sin piedad y en Mestalla confluyeron dos realidades entre las que media un abismo pero que, en 90 minutos, se acercaron. El Sevilla, el único que aguantaba el ritmo del Real Madrid, llegó con la armadura de batalla después de la dolorosa derrota en el Villamarín y se deshizo bajo ella para evidenciar que le falta un plus para pelearle el título a los blancos. Y lo hizo ante un Valencia inseguro, atenazado por sus propios demonios, que reaccionó más desde las vísceras que desde el juego. [Narración y estadísticas]

Quiso Bordalás maniatar a los sevillistas con cinco defensas y una alineación que telegrafiaba un mensaje al palco: hacen falta refuerzos. Mosquera, un canterano, como central; Foulquier, un lateral, como mediocentro. Y Maxi Gómez castigado en el palco por sobrepeso. Demasiadas tormentas que acabaron teniendo un reflejo en el marcador demasiado pronto.

Tumbó el Sevilla el entramado defensivo de un soplido. Solo tuvieron que encontrarse una vez Oliver y Ocampos para que Montiel, en el hueco a la espalda de Gayà, colgara un centro tan perfecto para Rafa Mir en el punto de penalti que Diakhaby despejó al fondo de la red de Cillessen. Seis minutos y el Valencia que quería arroparse veía como su estadística en contra engordaba.

Los andaluces ni siquiera necesitaban meter una marcha extra. Les daban dos carreras para instalarse en el área valencianista. Forzó el peligro Ocampos cabeceando un córner que salvó el meta holandés antes de salir del campo lesionado. Si el agujero del Valencia parecía evidente y obedecía a los desajustes de un traje táctico de estreno, el de Sevilla estaba en los nervios que mostraba su portero Javi Díaz. Lo probó Guedes en una lejana falta directa que se le escurrió y tembló.

Con el marcador en contra, meneó ficha Bordalás: adelantó a Diakhaby al centro del campo para cerrar las bandas. No parecía que fuera suficiente. Rafa Mir se libró de Thierry y cruzó un potente disparo que escupió el poste. Después llegó un testarazo de Rakitic a manos de Jaume. Y justo cuando más cerca parecía el segundo tanto visitante llegó el empate.

A fuerza de arrestos trataba de estirar el Valencia y, en esas circunstancias, es Gayà quien agarra la bandera. Al filo del descanso, el capitán, amo del carril, aterrizó un pase en largo de Guillamón para encarar en carrera y hacer volar un centro perfecto que Guedes atacó llegando al segundo palo y sorprendiendo a Javi Díaz.

IGUALDAD Y POCO ACIERTO

No estaba Lopetegui en Mestalla -por precaución en época explosión de contagios- pero Pablo Sanz echó mano de Jordán tras el descanso. La pelea codo con codo por la Liga con el Real Madrid pasaba por ganar al Valencia y no eran capaces de sujetar un partido que acariciaban… hasta que el Valencia se recompuso. Se dejó el técnico local la revolución en el vestuario y su equipo respondió con más orden y más filo ante un rival abierto y necesitado.

No reaccionaba el Sevilla, empujado hacia su área y condenado a robar e intentar buscar las cosquillas a un equipo que las tiene. Pero no había forma. El Valencia, si bien no era contundente en ataque, se multiplicaba en ayudas para agarrarse al punto. Esfuerzo de ida y vuelta, pero poco fútbol de ambos. Por eso desde los banquillos buscaron al pólvora de Tecatito y de Marcos André. Quien tuviera un acierto, se llevaba el premio. Lo tuvo mexicano para entrar con buen pie en el sevillismo y Oliver Torres desde la frontal para apretar la pelea por el liderato. Al Valencia le condenó a aguantar la expulsión de Gayà por doble amarilla. En medio de la tormenta en que vive este club empequeñecido, un punto se valora.

Fuente: El Mundo.

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