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Zelenski se niega a entregar Mariúpol ni ninguna otra ciudad pese al ultimátum de Rusia.

El ultimátum de seis horas que el Ministerio de Defensa ruso dio a los defensores de Mariúpol para que entregaran esta ciudad portuaria en el mar de Azov a las tropas rusas y a las fuerzas rebeldes de Donetsk venció a las cinco de la mañana. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechazó la imposición rusa y avisó que «no aceptaré ultimátumes» ni entregará al Ejército ruso Mariúpol ni ninguna otra ciudad del país. Zelenski advirtió también que cualquier eventual acuerdo que se alcance con Rusia para parar la guerra «será sometido a referéndum».

La jornada del lunes, en la que se volvieron a reanudar las negociaciones para un alto el fuego entre las delegaciones rusa y ucraniana, registró por primera vez ataques contra la ciudad portuaria de Odesa efectuados con misiles disparados desde navíos rusos en el mar Negro.

También por primera vez los soldados rusos hicieron uso de sus armas para disuadir a los civiles que protestaban contra su presencia. El incidente tuvo lugar en la ciudad de Jersón.

Defensa de Mariúpol
La ciudad más castigada de Ucrania, sin embargo, sigue siendo Mariúpol, en donde unas 350.000 personas continúan atrapadas en los sótanos de las viviendas sin agua, alimentos, luz ni calefacción. Esta localidad comenzó a ser atacada el 25 de febrero, al día siguiente de que comenzase la guerra, lo que Moscú llama «operación especial», y desde el 18 de marzo está completamente sitiada.

Según el ministro de Defensa ucraniano, Oleksiy Réznikov, las fuerzas que defiende Mariúpol «están desempeñado un enorme papel en el desmantelamiento de los planes del enemigo y en la mejora de nuestra defensa». A juicio de Réznikov, «gracias a Mariúpol, se están salvando a Kiev, Dnipró y Odesa. Todo el mundo debe entenderlo», ya que, una vez que la ciudad caiga, las tropas rusas tendrán más efectivos para continuar la contiendan en otras áreas y cerrar el nexo de unión entre el Donbass separatista y la península de Crimea.

Mijaíl Mizíntsev, jefe del Centro de Control Nacional del Ministerio de Defensa ruso, dijo que instaron a Kiev a retirar de Mariúpol «todas las formaciones armadas (…) en aras de salvar a los civiles y las infraestructuras». Mizíntsev explicó que, una vez depuestas las armas, llegarían los convoyes humanitarios «para evacuar a los civiles con unidades de zapadores por delante para el desminado de la ruta (…) han sido invitados a estar presentes a representantes de la ONU, la OSCE, el Comité Internacional de la Cruz Roja y otras organizaciones internacionales».

Una de las unidades que luchan en Mariúpol es el Batallón Azov, calificado de neonazi por las autoridades rusas y cuya financiación vetó el Pentágono en 2017
Pero este operativo tendrá que esperar. El cabecilla rebelde de Donetsk, Denís Pushilin, reconoció que sus fuerzas no podrán tomar Mariúpol «ni siquiera en una semana». Según sus palabras, en la ciudad «hay varios miles de combatientes de los batallones nacionalistas ucranianos». «Hacernos con Mariúpol no va ser cosa de dos o tres días, ni siquiera de una semana (…) desafortunadamente, la ciudad es grande», declaró ante las cámaras del canal público ruso Rossiya 1.

Una de las unidades que luchan en Mariúpol es el Batallón Azov, calificado de neonazi por las autoridades rusas y cuya financiación vetó el Pentágono en 2017. A este respecto, el presidente de la Duma (Cámara Baja del Parlamento ruso), Viacheslav Volodin, acusó al presidente Joe Biden de «crímenes de guerra» por enviar armas a Ucrania que, según sus informaciones, «fueron a parar a manos de los neonazis de Batallón Azov». «El Congreso de Estados Unidos debe poner fin al doble rasero y hacer que el presidente Biden rinda cuentas (…) a causa de la sangre vertida por miles de civiles», víctimas, según Volodin, de estos grupos armados ultraderechistas. El asesor de la Presidencia de Ucrania, Mijailo Podoliak, manifestó que «Rusia intenta persistentemente justificar su agresión contra Ucrania (…) con historias sobre biolaboratorios, batallones nazis o bombardeos de artillería pesada sobre Donetsk y es todo mentira».

Ataque contra Odesa
Mientras tanto, Odesa fue atacada por primera vez con misiles. Los disparó un navío de guerra ruso en aguas del mar Negro. «Bombardearon viviendas civiles frente a la costa de Odesa. Como resultado del ataque de la mañana, una persona resultó con heridas leves y varias viviendas fueron destruidas. En un edificio nuevo cercano saltaron por los aires cristales, puertas y ventanas», aseguró en rueda de prensa el alcalde, Guennadi Trujánov.

Se trata del primer ataque contra Odesa desde el comienzo de la invasión, aunque sus alrededores sufrieron con anterioridad algún que otro bombardeo. El pasado viernes, la Armada rusa lanzó ya un misil de crucero contra Odesa, pero, según el Estado Mayor del Ejército ucraniano, «fue derribado por nuestra artillería antiaérea». Trujánov advirtió que «no entregaremos nuestra ciudad, lucharemos por Odesa».

Odesa fue atacada por primera vez con misiles, disparados por un navío de guerra ruso en aguas del mar Negro
El domingo, según informó el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konáshenkov, el Ejército de Moscú «disparó misiles de crucero Kalibr contra objetivos en Ucrania, por primera vez desde buques emplazados en el mar Caspio», como ya hiciera Rusia en Siria en ataques contra el Daesh en 2015. En esta ocasión, estas armas, afirmó Konáshenkov, «impactaron contra un depósito de combustible en la aldea de Konstantinovka», en la región de Mykolaiv. El portavoz castrense dijo también que «la aviación rusa disparó desde Crimea misiles hipersónicos Kinzhal contra distintos objetivos en suelo ucraniano».

Represión de las protestas
En Jersón, la única ciudad ucraniana de más de 200.000 habitantes que las tropas rusas han logrado ocupar, la manifestación en contra de los «invasores» que cada día se repite a las doce del mediodía, fue ayer dispersada a tiros. La multitud empezó a gritar a los soldados rusos «¡iros a casa!» y estos respondieron haciendo uso de su armas automáticas y gases lacrimógenos.

Al parecer, hubo un único herido y fue a causa de uno de los botes de humo arrojados por los militares rusos, según la publicación local ‘Most Jersón’. El vicepresidente del Consejo Regional, Yuri Sobolevski, aseguró que hubo además un detenido, aunque testigos presenciales vieron más arrestos. Varios medios de comunicación y las redes sociales publicaron vídeos de cómo fue reprimida la protesta. Jersón se encuentra en la proximidad inmediata de Crimea, desde donde partieron las fuerzas rusas que la invadieron.

Un bombardeo provocó también una fuga de amoniaco en Novoselytsya, al norte, en la región de Sumy, en una planta química de fertilizantes. Así lo aseguró el gobernador regional, Dmytro Jyvytsky, que llamó a la población a refugiarse en sótanos. «El amoníaco es más ligero que el aire, por lo que se deben utilizar refugios, sótanos y pisos bajos como protección», escribió Jyvytsky a través de Telegram. El Ministerio de Defensa ruso calificó el accidente de «provocación» y culpó de lo sucedido a los «ultranacionalistas» ucranianos.

Por otro lado, el Ministerio de Exteriores ucraniano rechazó las acusaciones de Moscú sobre la supuesta existencia de una programa de para la elaboración de armas biológicas. Mediante un comunicado, Kiev condena las «acusaciones infundadas» lanzadas el domingo por Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Fuente: ABC.

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