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Con Ronaldinho y mensajes de paz, Gallos empata ante Bravos en el Corregidora

Querétaro, Qro., En Querétaro hay un solo enemigo que no admite rival y es el tiempo. Un año sin entrar al estadio nos derrumba a todos, confesaba un grupo de aficionados de Gallos en la zona alta del Corregidora, entre cientos de camisetas blancas que revoloteaban en el aire. Despojada de la violencia de unos cuantos, la plaza que fue mundialista en México 86 reabrió sus puertas al mundo en el empate frente a Bravos de Juárez (2-2).

La seguridad marcó anoche todo lo que sucedió en las calles cercanas. Como el futbol volvió al centro de la escena, elementos de la policía estatal y la Guardia Nacional se multiplicaron por lugares donde podían observar cada movimiento desde lejos. Venir aquí ya es un riesgo, refunfuñaba don Rafael, uno de tantos taxistas atorados en el tráfico; deberían llevarse la franquicia de aquí, al menos hasta que cambien las condiciones y regresen al bote a todos los malosos.

El mundo de las barras en Querétaro es un universo independiente con un idioma propio y complejo. Las mismas reuniones que en una empresa se llaman meetings, en La Resistencia son previas del partido. Aislados del resto por el fuerte operativo policial, los líderes se propusieron no causar problemas en la cabecera local, pero en varios momentos sus cánticos reaparecieron con una fuerza descomunal: ¡Dale, dale, daleeee Querétaro!

En medio de un estado de ebullición, la afición queretana se levan-tó de sus asientos para aplaudir el gol de Rodrigo López (minuto 2). Pero muchos más sonrieron antes con el regreso de Ronaldinho, invitado por el gobierno del estado para saludar a unos y otros, vestido con una larga camiseta negra de rapero, su clásica gorra y un saludo surfero llamado shaka, extendiendo los dedos meñique y pulgar.

He pasado momentos muy felices en este estadio. Muchas gra-cias a todos por el cariño, es un honor estar aquí, expresó el brasi-leño sobre el círculo central, acompañado por otros emblemas de la institución como Raúl Rico, Margarito González, Miguel Martínez, Emanuel Tito Villa, Marco Jiménez, Tiago Volpi y Mauro Gerk, ahora entrenador de Gallos. Mientras Dinho regalaba las últimas sonrisas, una pequeña parvada de palomas blancas fue liberada para surcar los aires.

Somos una familia, somos carnales, rezaban miles de camisetas blancas en el graderío, repartidas por el club de manera gratuita en los accesos, donde fue implementado el FanID. El mismo mensaje se repitió en anuncios gigantes y videos proyectados en las pantallas del inmueble. La fiesta, sin embargo, entró en un espiral profundo de desencanto con los tantos de Maximiliano Olivera (59) y Jordan Sierra (69), con los que Bravos igualó el marcador.

Convencido de que entre empatar o perder cabe un mundo, Gerk encendió de nuevo el ánimo de su equipo, mirando de reojo hacia el exterior. Háganlo por ellos, pareció decir el argentino sin perder de vista a su afición. La recompensa llegó entonces con una falta dentro del área, señala-da por el VAR y convertida después mediante Pablo Barrera desde el manchón penal (87).

Después de un año en silencio, el Corregidora recuperó la voz con un punto que sabe a gloria.

 

Fuente: La Jornada

Foto: La Jornada

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